EL PSOE EXHIBE SU EXTREMISMO

Llamar «verdugo» al ministro Alonso es coherente con que Sánchez no votara a un español como comisario europeo y no apoyara la ley de Transparencia, ni las medidas contra la corrupción anunciadas por Rajoy

LA bienvenida que el Grupo Socialista dispensó ayer al nuevo ministro de Sanidad en la sesión de control parlamentario al Gobierno tuvo una agresividad desproporcionada, pero que retrata fielmente la opción elegida por la dirección del PSOE. Alonso fue calificado como «verdugo», mandado por Rajoy para seguir con las políticas contra las mujeres iniciadas por Ana Mato. Un puro despropósito que envenena el debate político y lo devuelve al trazo grueso en el que suele instalarse el PSOE cada vez que tiene problemas de identidad con sus competidores por la izquierda.

La embestida contra Alonso, a lomos de esa demagogia de género con la que la izquierda pretende atribuirse superioridad moral frente a la derecha, no es una anécdota, sino un síntoma de la actitud extremista del PSOE. Su apuesta es, claramente, la confrontación abierta contra el Gobierno, en todos los frentes, en todo momento y sin cuartel. Pronto empezará 2015, y el PSOE sabe que no puede permitirse otro descalabro como en las elecciones europeas. Las últimas encuestas publicadas dan a los socialistas una mejora en la intención de voto, pero con dos importantes matices. El primero es que los votantes populares decepcionados con el Gobierno tienen su voto reservado a expensas de lo que suceda en los próximos meses. Si el PP es consciente de que solo recuperará ese voto en cuarentena si defiende sus principios programáticos, la subida del PSOE puede ser efímera. El segundo es el factor Podemos, que aspira a arrebatar al PSOE el liderazgo de la izquierda, lo que se medirá inicialmente en las elecciones locales y municipales de mayo. Su ventaja frente al PSOE es que Podemos puede permitirse no alcanzar las expectativas de las encuestas. El PSOE, por el contrario, no puede permitirse otro revés electoral.

Pedro Sánchez ha optado por quitarse las apariencias de moderación socialdemócrata y ha tirado por la vía de la ruptura, la que llevará al secretario general del PSOE al extremismo izquierdista. Llamar «verdugo» al ministro Alonso es coherente con esta estrategia, en la que se encaja que Sánchez rompiera acuerdos en Bruselas alcanzados por conservadores y socialistas y que no votara a Arias-Cañete como comisario europeo. También explica que no apoyara al Gobierno en la ley de Transparencia, ni en las medidas contra la corrupción anunciadas por Rajoy. Incluso da la clave de que Sánchez renegara de sí mismo y de su partido, al votar contra la reforma del artículo 135 de la Constitución, la que él votó y con la que España impidió el rescate financiero de Bruselas. Sabiendo dónde quiere estar el PSOE, ahora es el PP el que debe decidir cómo afrontar la batalla de ideas que le ha planteado la izquierda.

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