EL PULSO DEL PLANETA
El sultán de Brunéi se queda sin el Plaza
El mítico hotel neoyorquino está en venta, pero, en una maraña de ambición y polémica, todavía nadie ha conseguido quedárselo
Fondos de inversión, delitos financieros, fianzas multimillonarias, denuncias de homofobia, lobbies de Washington, realeza oriental y millonarios de nuevo cuño se arremolinan en torno al hotel más célebre de Nueva York: el Plaza. En él se han alojado celebridades de todos los tiempos, desde Marilyn Monroe hasta los Beatles, y por él se pelean ahora fortunas de todo el mundo, desde que se conoció que su propietario, el grupo financiero indio Sahara India Pariwar, podría venderlo.
Quien parecía que tenía todas las papeletas para ser su nuevo dueño era el sultán de Brunéi, a través del grupo hotelero que controla, Dorchester. En su nómina de hoteles hay diez establecimientos de lujo, entre otros el Dorchester (Londres), el Beverly Hills Hotel (Los Ángeles), el Plaza Athénée (París) o el Principe di Savoia (Milán). El pasado agosto, «The Wall Street Journal» aseguró que había un acuerdo entre el sultán de Brunéi y Sahara.
El grupo indio necesita el dinero con urgencia. Su dueño, el millonario Subraya Roy, lleva en prisión desde marzo, después de una batalla judicial que ya se alarga cuatro años en la que las autoridades financieras indias le exigen que restituya 3.900 millones de dólares. La fianza exigida para que Roy –un empresario hecho a sí mismo– salga de la cárcel es de 1.600 millones de dólares. Roy, al que las autoridades penitenciarias le han permitido manejar las operaciones desde un portátil en prisión, parecía dispuesto a desprenderse de la joya de su corona.
Pero la semana pasada «The New York Post» explicaba que la operación no se llevó a cabo porque Sahara consideró que la cantidad no era suficiente. Al parecer, el sultán ofreció 2.000 millones de dólares por el Plaza y otros dos establecimientos: el Grosvenor House, en Londres; y el Dream Downtown, también en Nueva York. Según el «Post», 680 millones de esa oferta correspondían al Plaza. Sin embargo, un portavoz del sultán ya advirtió en un email en agosto a «The Wall Street Journal» que ni el monarca, ni el fondo soberano del país ni el Gobierno de Brunéi «han formado parte de una operación de compra del Plaza o de cualquier otro hotel de Nueva York».
Es imposible saber si hubo acuerdo o no, o si el problema de que no se cerrara la operación fue el dinero. Pero está claro que si el sultán se hubiera hecho con el Plaza habría estallado la polémica en Nueva York. La legislación homofóbica en Brunéi llevó a algunas organizaciones a promover un boicot contra los hoteles controlados por el sultán, algo que hubiera tenido todavía más repercusión si llega a quedarse con el Plaza. En cualquier caso, Dorchester ha contratado los servicios de Barbour, Griffith & Rogers, una firma de lobby especializada en crisis de gestión, que le asesorará en cómo enfrentarse a cualquier operación en la que vuelva a recibir acusaciones de homofobia, sea por el Plaza o por cualquier otro hotel.