LA GASOLINA TIENE QUE BAJAR MÁS

Las gasolineras no han trasladado al público toda la rebaja que, en términos generales, ha experimentado el mercado petrolífero

LA caída que ha registrado el precio del petróleo en los últimos meses beneficia de forma muy sustancial al conjunto de la economía española, pero los indudables beneficios que conlleva esta rebaja no se trasladan por igual a todos los consumidores, ya que el surtidor de las gasolineras sigue sin reflejar como debería la fuerte depreciación del crudo, provocando así la lógica indignación de los conductores. En concreto, el petróleo Brent, de referencia en Europa, cotiza ya por debajo del umbral de los 70 dólares por barril, su nivel más bajo desde 2009, tras abaratarse cerca de un 43 por ciento desde el máximo alcanzado el pasado verano, pero el precio medio del combustible apenas se ha reducido un 13 por ciento durante este mismo período. Esta particular evolución evidencia, una vez más, el perverso efecto cohete-pluma, por el cual la gasolina se dispara en cuanto el petróleo sube, pero cae de forma suave y lenta en caso de que el crudo baje.

Las empresas del sector argumentan que no existe una relación directa entre ambas variables, puesto que las oscilaciones del combustible no dependen tanto del oro negro como de las cotizaciones que presentan la gasolina y el gasóleo en el mercado mayorista. Además, alegan que los impuestos y otros costes fijos minoran, en gran medida, las rebajas que pueden llevar a cabo las gasolineras, motivo por el cual este tipo de caídas no se acaba notando tanto en el bolsillo del conductor. Sin embargo, este razonamiento no se sostiene desde el mismo momento en el que el encarecimiento del petróleo sí se traslada de forma automática al surtidor. De hecho, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia desmonta por completo la tesis de las petroleras en su último informe sobre la evolución de los carburantes. En primer lugar, porque el precio de la gasolina y del gasóleo apenas bajó un 3% el pasado octubre, frente al descenso del 9 y 7%, respectivamente, que registraron ambos en el mercado internacional; y, en segundo término, porque los márgenes de ganancia que mostró el sector, lejos de reducirse, aumentaron entre un 3 y un 5 por ciento.

Esto indica que las gasolineras no han trasladado al público toda la rebaja que, en términos generales, ha experimentado el mercado petrolífero. Este fenómeno no es nuevo. Los reguladores llevan tiempo advirtiendo del contraproducente oligopolio que existe en este sector, con una gran concentración del mercado en pocas manos, fuertes barreras de entrada y prácticas dudosas en la fijación de precios. Prueba de ello es que el coste del carburante antes de impuestos es más caro en España que en Europa y los márgenes empresariales también son mayores. Ya es hora de que el Gobierno adopte las medidas necesarias para corregir estos abusos y erradicar, de una vez por todas, el inaceptable efecto pluma que tanto daña a los consumidores.

LA GASOLINA TIENE QUE BAJAR MÁS

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