LA FERIA DE LAS VANIDADES

VIVA LA CONSTITUCIÓN

FRANCISCO ROBLES

La Constitución es el antídoto contra los reaccionarios que pretenden resucitar las dos Españas con el arma engañosa del populismo

SIN los signos de exclamación que distorsionan la racionalidad del invento. Viva la Constitución que va camino de cumplir los cuarenta años, cifra que antes se identificaba con la dictadura y que hoy, afortunadamente, ilumina la historia de nuestra democracia. Desde el final de la guerra incivil hasta la muerte de Franco hay la misma distancia temporal que desde el 20-N hasta nuestros días. Algo que nuestros padres —no digamos nuestros abuelos— habían soñado. Un sueño hecho realidad, un sueño alcanzado gracias a esas virtudes que el niñateo político quiere destruir: el consenso, el acuerdo, la tolerancia, la moderación, la lealtad... Virtudes que los niñatos del populismo pretenden convertir en lo contrario gracias al manoseado pero hábil recurso de la degradación peyorativa: el consenso es miedo, el acuerdo es pasteleo, la tolerancia es falta de coraje para imponer un modelo rígido, y la lealtad es sumisión.

Esos niñatos que no tienen por qué ser jóvenes —los hay sexagenarios y septuagenarios de un patetismo ridículo— descalifican la Constitución porque buena parte de la población actual no la ha votado. O no la hemos votado, que un servidor tenía quince años en aquel venturoso diciembre del 78. Tampoco hemos votado el sistema métrico decimal, y por eso no vamos a descalificar al kilómetro o al miligramo. Pero la demagogia es así. Y se basa en algo desolador: el desconocimiento de la Historia. Quien se haya asomado al convulso precipicio del siglo XIX sabrá que España se debatió entre asonadas y pronunciamentos, entre felonías y espadones, entre sargentadas y espantás, entre repúblicas con más presidentes que años y algún rey que se fue antes de llegar. En aquel tiempo, una Constitución con 36 años habría sido el remedio preventivo para evitar la guerra incivil que estalló precisamente en el 36.

La Constitución va más allá del carlismo decimonónico, algo que no le perdonan los nacionalistas de boina y árbol mágico, los que anteponen la ranciedumbre de los fueros a la igualdad de la ley. La Constitución no se escribe en desgastadas tumbas donde los corruptos depositan hipócritas coronas de flores mientras el padre de la patria se lleva el parné a Andorra. La Constitución es el antídoto contra los reaccionarios que pretenden resucitar las dos Españas con el arma engañosa del populismo. Por eso hay que mojarse a la hora de defenderla. Y decirlo claramente sin temor a que nos llamen con esos apelativos que definen al que los pronuncia: porque los carcas y los reaccionarios son los que anteponen el RH o la lengua vernácula a la universalidad de los derechos, o los que pregonan la utopía de unas dictaduras bananeras donde no hay ni para comprar plátanos.

Y que no nos venga el ocurrente Pedrito con el cuento del federalismo que apaciguaría a los lobos nacionalistas que han hecho de la deslealtad su razón de ser. Pedro Sánchez está haciendo todo lo posible para cargarse el PSOE y encima pretende ser el reformador de una Constitución que elaboraron unos políticos que estaban a años luz de su simpleza y de sus ocurrencias. A 36 años luz, para ser más exactos. Ayer se cumplieron. Y por eso la defendemos con la firmeza de la voz que no necesita exclamaciones. Viva la Constitución, Y que cumpla muchos más.

VIVA LA CONSTITUCIÓN

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación