LA TRILLA
LEER UN HUEVO
Una campaña de Inprovo pretende que el consumidor entienda el etiquetado del huevo
El sector del huevo continúa con su particular batalla. Esta vez no se trata de acondicionar las jaulas ni adaptarlas a nuevas normativas ni tampoco de gestionar problemas de mercado, sino de que el consumidor entienda lo que lee en el etiquetado del huevo y, por tanto, sepa lo que compra. Para ello la Interprofesional del Huevo (Inprovo) va a poner en marcha una campaña bianual de 1,12 millones de euros cofinanciada al 50% por la Unión Europea.
Inprovo hizo públicos los resultados de un reciente estudio en el que se concluía que solo el 2% de los españoles se fija en el código impreso en el huevo e interpreta adecuadamente su significado. Un código de obligado uso desde hace seis años para los huevos destinados a consumo directo, y que desde entonces no ha conseguido cumplir su función de cara al consumidor, aunque sí garantiza la trazabilidad del producto.
Quizás uno de los motivos es la dificultad de lectura, ya que la impresión resalta poco e incluso cuesta encontrarla cuando se busca. Posiblemente una marca más visible le otorgue ciertas connotaciones industriales, pero siendo en cáscara y en un contexto en el que el consumidor convive con todo tipo de señalética alimentaria, no parece que pudiera ser un problema.
Se trata de información de interés para los consumidores. La primera cifra indica si es un huevo ecológico, de gallina campera, criada en suelo o solo en jaula, enumerado del 0 al 3 respectivamente. Las dos siguientes son letras y muestran el país de origen, en el caso de España ES, y las últimas cifras indican la localización de la explotación, una información de mucho menos interés para el consumidor y, en todo caso, difícil de interpretar, salvo que se conozca la equivalencia de las cifras que definen la provincia, municipio y explotación.