Ghilas enseña el camino de la victoria

Ghilas enseña el camino de la victoria IGNACIO PÉREZ

Un 15 de junio, un pitido final de Jaime Latre alimentó la esperanza de un ascenso. Ayer, el mismo árbitro fue notario de la primera victoria blanquiverde en su tercera etapa en la máxima categoría. Pasaron 13 partidos y muchos sinsabores, por lo que el triunfo, convenientemente celebrado por los jugadores, estaba más que justificado. Y es que, además, les sirvió para tomar un plaza como San Mamés, un escenario en el que aún no saben lo que es ganar ni Madrid ni Barcelona. Es más, un escenario, en el que el Córdoba nunca había conseguido vencer sobre el Athletic de Bilbao.

Para eso, hizo falta un astuto gol de Ghilas y mucho sacrificio, orden y oficio. Sin duda, argumentos que sí hacen pensar en la posibilidad de la salvación. Ayer lo comprobó al Córdoba y dejó a las claras que no quiere un paso efímero por la Primera División.

Djukic dejó un pequeño aviso en la previa de que el Córdoba podía llegar algo más tapado en lo que respectaba a su equipo de salida. Porque por Cartabia entró Luso. El resto, más o menos, los que se podían esperar. En cuanto a los rojiblancos, las miradas se pusieron e Iñaki Williams, un canterano de raza negra que merced a su trabajo con el filial se ganó el derecho a debutar con el primer equipo. Y es que este hijo de liberianos era el llamado a ser el sustituto de Aduriz, la referencia goleadora de los leones.

Con esas credenciales, los equipos comenzaron el partido siendo el Athletic dominador desde el primer instante. No quería sorpresas y menos en ser el primero de la Liga en caer ante el colista. De ahí que apretara y asediara a un equipo que todo lo depositaba en ir madurando la contienda. Pero el Córdoba, sin miedos, frenó a los rojiblancos. Jugaba en campo contrario y hasta dejó un par de sustitos.

Pasaban los minutos, y el Athletic parecía menos fiero y eso le convenía al Córdoba. De hecho, Ghilas lo agradeció de la mejor manera: un gol de potencia y astucia. El argelino recuperó un balón tras una mala entrega de Iturraspe, sorteó a Gurpegi y se presentó ante Iraizoz, a quién dejó tirado para hacer el 0-1. Sin duda, mejor escenario era imposible.

Pero eso implicaba que los blanquiverdes debían defender su tesoro, como les ocurrió también en Elche y no lo consiguieron. Al menos, no les faltó valentía. En ésas, los locales estaban como desorientados, perdidos, sin ideas. Por supuesto, más tranquilidad para los hombres de Djukic y especialmente para Juan Carlos, que tenía muy poco trabajo. Eso sí, el último minuto fue un incesante peligro para el Córdoba, que se veía cada vez más empujado por el Athletic. En sí, un anticipo de lo que iba a ser la segunda parte.

Valverde, nada contento con lo visto, hizo dos cambios. Dio entrada a Iraola y Susaeta retirando a Beñat y Williams, a quien la experiencia le vino grande. Es decir, modificó por completo su banda derecha y por ahí comenzó el peligro para el Córdoba. La cuenta atrás de 45 minutos, como otras veces, se podía hacer muy larga.

El encuentro se volcaba hacia la portería de Juan Carlos. Por suerte, el Athletic empezaba a desesperarse al encontrar menos filtros de los que le hubiera gustado camino del gol. El Córdoba tenía orden y colocación.

Por supuesto, la empresa era ardua, difícil, exigente, si bien el paso de los minutos ayudaba a que cada vez se viera más real. El milagro iba tomando forma. Pero Djukic hacía bien en no creérselo y trató de cerrar el partido más con la entrada de Crespo con el fin de potenciar la banda izquierda, donde se notaban Susaeta e Iraola. Por cierto, que los blanquiverdes también jugaban mejor al «otro» fútbol, algo que a veces también es recomendable.

Por su parte, el Athletic dio entrada a Sola como último recurso. Mientras se asentaba, Campabadal tuvo el 0-2 en un mano a mano con Iraizoz, pero el tarraconense mandó el balón arriba. Hubiera sido la sentencia, pero no. Quedaba aún tiempo de sufrimiento que tampoco pudo resolver Ghilas en otro lance ante el portero vasco.

Pero Djukic seguía sin fiarse y quitó a Abel para dar entrada a Ekeng. El serbio se puso pragmático en una apuesta más que comprensible. Hacía falta más músculo que talento en los 15 minutos finales.

Y ahí de nuevo tocaba rebato del Athletic, que se echó con todo lo que tenía sobre el Córdoba, San Mamés incluido. Entonces ya todo eran nervios para ambos contendientes, aunque el Córdoba los supo templar mejor. Y se defendió como pudo. En realidad con todo y más. Era su puerta a la esperanza, su forma de decir que aquí está. Así que la «Catedral» vivió su primera victoria.

Ghilas enseña el camino de la victoria

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