LA FELICIDAD

ABDERRAMÁN III, que fue probablemente hijo de una vascona, anotó en un diario las jornadas en las que fue pura y genuinamente feliz. En total le salieron catorce en toda su vida. Por eso, acabó reflexionando que no se han de cifrar tanto nuestras esperanzas en las cosas de este mundo.

Ayer ganó el Córdoba apelando a lo intangible del fútbol. A lo que no atiende a esquemas ni a lógicas. Lo auténticamente hermoso de este deporte. Fue capaz de ordenarse en todos y cada uno de los momentos del encuentro, fue letal cuando tuvo que serlo y entendió el sufrimiento como una necesaria vía de expiación. Cuando Ghilas anotó y se tumbó sobre el verde se relajó por última vez. Él y Borja y Fidel y Abel… todos los de vanguardia se solidarizaron con quienes suelen asumir las culpas si se encajan goles y así todo fue mucho mejor. Ellos no regalaron tampoco ni una concesión. Concentrados, fuertes y pillos. Tres elementos que habían brillado por su ausencia hasta el momento y que ayer, afortunada y únicamente, sólo brillaron.

Premio también para Djukic, que ayer fue brillante comandante de la nave, apostando de manera valiente por la contención en el centro y efectuando unos cambios que se demostraron eficaces. El Athletic terminó desesperado apelando a lo de su célebre Sabino: furia y pelotón. Y perdió.

Mención aparte merece la embajada de benditos locos presentes en San Mamés. No tenían ningún motivo lógico para ser optimistas, pero lo fueron. No podían apelar a otra cosa que al corazón y cantaron con el alma. No podían sonreír, ateridos por el frío y los nervios, y acabaron llorando de alegría. En un recinto sagrado, auspiciados por el recuerdo de muchos que no entendieron de dinero y sí de fútbol, jugaron a ganar desde la modestia. Y salieron ovacionados y ovacionando. Doctorados. Bautizados en la Catedral.

Ayer a todos nos habría gustado brindar con el inmortal Pichichi en un cabaret. Y pensar que lo de Bilbao no es sino el comienzo de un futuro alentador. No lo sabemos, claro. De lo que no tenemos ninguna duda es de que anoche los cordobesistas vivieron uno de esos 14 días de los que se congratulaba Abderramán. Era justo lo que todos necesitaban. Sonreír. Disfrutar. Que nazca el espíritu de San Mamés.

LA FELICIDAD

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