IU, el doble discurso del laicismo

La coalición ha pasado del apoyo y la participación activa en actos religiosos a la radicalización de su postura contra la Iglesia, centrada ahora en la Catedral

R. AGUILAR

EL viaje de Izquierda Unida desde la colaboración con las actividades religiosas populares y la presencia destacada de su cúpula en los oficios del más alto nivel en la Catedral hasta la apostasía ha sido de una rapidez sideral. De acuerdo: eran los tiempos de Rosa Aguilar, que le ponía una vela a Dios y otra a su (ex)organización política. Pero es que no solo salía ella en las fotografías. Ahí estaba la plana mayor de su equipo de gobierno sosteniendo los varales rocieros; haciendo noche en la carriola (cuyo valor era 18.000 euros) adquirida para que «Rosa de las Marismas», como la apodaban los peregrinos más fervientes, llevara a su séquito más allá del Quema. Ahí aparecían del primero al último los ediles más destacados de su círculo de confianza encabezando las procesiones más señaladas de la Semana Santa o figurando con traje de luto en el palco de la plaza de Las Tendillas. La hemeroteca le saca los colores a más de uno. Por ejemplo, al portavoz de Izquierda Unida, el más que veterano Francisco Tejada, que ocupó el tercer puesto en el gabinete de la hoy parlamentaria nacional socialista y el segundo durante el breve mandato de Andrés Ocaña, cuando Aguilar ya había volado en brazos del PSOE. Cualquiera que contemple las fotografías de entonces —primer lustro de este siglo— se preguntará si ese Tejada es el mismo que el que hoy usa las redes sociales como trinchera contra la titularidad eclesiástica de la Catedral. Parece mentira que hasta hace nada se sintiera tan a gusto en las romerías de Santo Domingo o en los pregones de las cofradías de Gloria, sentado con su traje de domingo en la misma bancada que los sacerdotes más vinculados a las corporaciones religiosas. O que se prestase de tan buen grado a departir desde las sillas más nobles de la carrera oficial con los altos cargos de las hermandades que se esmeraban cuando la estación de penitencia llegaba justo al lugar en el que esperaban las autoridades.

No, no se trata de una excepción. Rosa Aguilar llegó a hacer teniente de alcalde a un destacado miembro de la junta de gobierno de la hermandad del Huerto, a la sazón costalero. Sí, José Joaquín Cuadra, uno de los lugarteniente de la exalcaldesa y un fornido hermano del costal que se las vio en un aprieto cuando un guateque organizado en el domicilio de Elena Cortés —en esos años compañera del equipo de gobierno y hoy consejera de Fomento de la Junta de Andalucía— acabó peor que mal. Uno de los invitados a la fiesta profirió voces injuriosas contra la cofradía de Cuadra justo cuando pasaba por debajo del balcón de la concejala. El teniente de alcalde iba en ese momento debajo del paso. El PP, aún en la oposición (era el año 2008), se quejó a la alcaldesa de la situación conflictiva y Cortés recibió la reprimenda pertinente. Pidió disculpas y participó activamente en actos cofrades para borrar aquella noche de autos.

De puerta afuera también quiere. Y de la gestión de la Catedral ha hecho bandera propia en no pocas ocasiones, como si fuera posible borrar de la memoria esos momentos sosteniendo varal en la procesión de Las Palmeras. Por poner un ejemplo. A comienzos de este otoño Cortés dio un recital sobre cómo montarla en un acto concebido para el lucimiento limpio y sin aristas de la Administración autonómica. Se trató de la inauguración del Centro de Recepción de Visitantes, situado junto a la Mezquita-Catedral. «La Junta trabaja por lo público, y está bien recordarlo aquí, porque estamos al lado de un edificio que alguna vez lo será», dijo la consejera cordobesa en su discurso ante las autoridades.

La ofensiva de Izquierda Unida contra la Iglesia estaba ya en plena efervescencia. El doble discurso era ya cosa del pasado. Quedaban atrás las medidas tintas del «rosismo»: se imponía la línea dura. La coalición de izquierdas ya había llevado al Parlamento Andaluz un recurso de inconstitucionalidad contra la Ley Hipotecaria que permitió que la Iglesia inmatriculase a su nombre el templo diocesano. La batalla llegaba a Madrid: el coordinador general, Cayo Lara, pedía ayuda al PSOE para defender su postura ante el Tribunal Constitucional. Y lo hacía en Córdoba. De esto hace solo una semana. Acompañado por los responsables de la organización en Andalucía y Córdoba, Antonio Maíllo y Pedro García, Lara montó una rueda de prensa en el Patio de los Naranjos sin el permiso del Cabildo, que se lo reprochó in situ. Él hizo oídos sordos y siguió con su charla con los periodistas. «Esto es un jardín público», esgrimió Lara asesorado por el senador José Manuel Mariscal, que se llevó a la comparecencia la ficha del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Nadie dijo que la norma aclara que el uso es público, sí, pero la titularidad privada. De la Iglesia en concreto.

Solo consta en la hemeroteca una orden concreta de evitar actos cofrades. Fue en 2009, cuando las hermandades querían usar las procesiones para protestar de forma visible contra la ley del aborto de Zapatero. El consejo local de IU pidió el boicot al palco y el gobierno local le hizo caso omiso.

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