«La Iglesia es propietaria de la Catedral desde su dedicación»
Juan José Jurado, registrador de la propiedad, avala las bases jurídicas de la titularidad del templo
Inmatriculación es la palabra de moda para referirse a la Mezquita-Catedral. Fue el acto jurídico que permitió inscribir el templo a nombre de su propietario, el Cabildo Catedral, y lo que la plataforma laica reclama como ilegal, por entender que pertenecía al dominio público. ¿Qué pasaría si no se hubiese hecho así?
La pregunta la respondió ayer Juan José Jurado, registrador de la Propiedad, que pronunció una conferencia organizada por la asociación Presencia Cristiana. «La diócesis de Córdoba es propietaria del templo, de todo el recinto, desde su dedicación y en su totalidad, y así lo demuestran la Historia y el Derecho», resumió, antes de quejarse de que «se ha descontextualizado». En primer lugar, el concepto del dominio público, al que aluden quienes dicen que no es de la Iglesia, «no existía en aquella época [1236] sino en los principios del Estado moderno».
Fue una conferencia basada en el Derecho y en la Historia y recordó cómo el Fuero Juzgo «contemplaba la donación sin necesidad de carta, título o documento». El experto habló de la usucapión, recogida ya en el Derecho Romano, como clave para enteder por qué la Mezquita-Catedral ha pertenecido a la Iglesia desde la Reconquista de Córdoba.
No pasó por alto uno de los argumentos de quienes defienden lo contrario: la solicitud de permiso al Rey para mover la Capilla Real. No se hacía por que fuese del dominio público, sino porque este espacio le pertenecía y había que pedirle permiso. «Los señores y nobles tenían allí enterramientos y no querían verse desplazados», afirmó.
Juan José Jurado, hasta hace poco hermano mayor de la cofradía de los Dolores, concedió que es posible que la Mezquita-Catedral pase a ser del dominio público, pero no con la «devolución» o «vuelta a la situación anterior» de la que se habla, sino con una expropiación «y pagando un justiprecio», como establece la ley. «Eso siempre pueden hacerlo», afirmó, tras rechazar las «algaradas callejeras y provocadoras y las proclamas mediáticas» que se han escuchado en los últimos meses. Según dijo, «la Constitución es muy clara y quiere huir tanto del laicismo radical como de la camaradería sospechosa entre la Iglesia y el Estado». Al contrario, la forma es la «cooperación» entre ambas.
Espíritu crítico
Juan José Jurado pasó en algún momento del punto de vista jurídico, que llenó la mayor parte de su conferencia, al católico, y ahí habló de la necesidad del «espíritu crítico». «Cristo puso en el Evangelio que nos enviaba como ovejas en medio de lobos y que fuéramos astutos como serpientes», recordó. Es decir, mansos pero no inactivos.
¿Qué pasó entonces con la inmatriculación? Según el registrador de la propiedad, es un problema «de génesis histórica», y se remontó para ello al siglo XIX, a la época de la Desamortización de Mendizábal. El Reglamento Hipotecario eximía de inscripción «a los templos destinados al culto católico». «Y lo que parecía un privilegio de la Iglesia era una discriminación», dijo, y había doctrina sobre este tema. Sólo a partir de un cambio normativo se pudo hacer y fue cuando la Iglesia registró a su nombre la Mezquita-Catedral, que, como recordó Juan José Jurado, había sido suya desde que la entregó Fernando III.