La senectud como etapa última

JUAN REDONDO MUÑOZ

La senectud es la última etapa de la vida del hombre. Durante el tiempo vivido en este pícaro mundo hemos ido cosechando infinidad de vivencias, recorridos angostos y angustiosos al mismo tiempo: de trabajos, de servicios, de proyectos en común que han permitido el logro de nuestras empresas, el fruto de nuestros anhelos, ya hechos realidad: nuestros hijos, la creación de una familia. Por ello, gocemos, pues, de estos momentos nuevos, importantes que alimentan nuestros apagados crepúsculos, viviendo alegres y sabiendo que hasta la llegada de la muerte podemos seguir creando, ejercitándonos en la pasión por las cosas, dando amistad y amor a cuantos nos rodean. Preparados ante este misterio último de la muerte. Aceptando la hora final donde todo no termina y sabiendo que nos espera una patria nueva, el don divino de la presencia de Dios, perenne como la aurora.

Estamos viviendo momentos cruciales, transformadores y, por tanto, importantes que nos sitúan en este tramo último de nuestra existencia, arropados y engrandecidos por nuestros hijos que nos quieren, nuestros nietos, retoños nuevos en vuelo ascendente por sus mismas vidas.

Vivimos en esta ancianidad amada, respetuosa y sazonada con el sabor de nuestras verdades y ternuras. Aún tenemos tiempo para seguir sembrando y aportando creatividad hasta el final de nuestras vidas.

La senectud como etapa última

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