EL PLAN DE MAS PARA HUNDIR CATALUÑA
A medida que se despeja el furor soberanista del 9-N, se va haciendo más nítido el escenario político en Cataluña, dominado por la desatención de la crisis económica y por las aspiraciones partidistas de Convergencia y ERC, que solo están de acuerdo en el objetivo de la independencia. El problema lo tienen en los medios para alcanzarla, y es en este terreno donde Artur Mas vuelve a sentirse mortal, abandonado y sin mayoría, después de unos meses de actividad mesiánica. Ahora tiene que sacar adelante unos presupuestos ilusorios, que su consejero de Economía ha tenido que cuadrar imputando como crédito más de 2.000 millones que, supuestamente, el Estado adeuda a Cataluña. Sin embargo, el dinero público para gastos soberanistas sigue garantizado y quizá el Gobierno de Rajoy deba vincular las aportaciones a Cataluña a una política autonómica responsable y eficiente. Bien está ayudar con fondos del Estado a financiar servicios públicos esenciales, pero después de que la Generalitat corte el gasto superfluo, porque, al final, el dinero de todos los españoles no debe subvencionar a entes dedicados, por ejemplo, a intentar deshacer España, como la Asamblea Nacional Catalana, o a Ómnium Cultural. No hay estabilidad política en Cataluña, cosa distinta de que haya un monopolio nacionalista. No hay una gestión económica fiable. Es el desgobierno. A los catalanes solo se les proponen las disyuntivas del nacionalismo, sin presencia de una política alternativa de Estado. Listas unitarias o separadas. Elecciones plebiscitarias o constituyentes. Declaración unilateral de independencia o independencia de hecho. Referéndum por la independencia o referéndum de ratificación de la futura constitución catalana. En definitiva, más planes para hundir Cataluña.
El 9-N ha sembrado esta discordia entre los nacionalistas, embarcados en disputarse unos a otros la cosecha del «proceso de participación». Mas y Junqueras se retan a golpe de propuesta soberanista, mientras acaba el año y el Gobierno catalán no tiene garantizado el apoyo a sus presupuestos para 2015, lo que equivale a elecciones anticipadas. Dijo Aznar que antes se rompería Cataluña que España. Pero la única responsabilidad de esta quiebra social y política es de unos nacionalistas que ahora exhiben su ansiedad por alcanzar el poder político.