Otro ejercicio de ineficacia absoluta
Indignación, bochorno, humillación, sonrojo y una larga lista de calificativos similares describen el esperpento de partido que ¿jugó? el Córdoba anoche en su visita al Granada en la ida de la cuarta ronda de la Copa del Rey. Una competición que no sirvió de bálsamo ni de trampolín. Todo lo contrario. Una derrota (1-0) dolorosa, especialmente por la lamentable forma en la que se produjo, que agudiza la crisis deportiva de un equipo sin alma.
El Córdoba se marchó de tierras nazarís sin ni siquiera realizar un lanzamiento a portería. Sólo un acercamiento, por decir algo, de Ekeng, que acabó expulsado (m. 70) por doble amarilla, a la hora de encuentro. Un recital de ineficacia absoluta. A nivel defensivo y también ofensivo. Y con el agravante de que también se le atragantó la Copa ante un rival tan paupérrimo como él. Si anoche se cruza con alguien de nivel medio o alto, hoy estaríamos hablando de una goleada de dimensiones colosales. Que se salvase de recibirla, no le exime de una durísima y merecida reprimenda.
Este equipo es un trapo. Ha quedado demostrado que no tiene capacidad para competir en Primera. Ahora la duda que ya asalta al cordobesismo si esta plantilla sería capaz incluso de competir en Segunda por un objetivo digno. Los teóricos suplentes, como los titulares, los motivos para serlo. Tampoco se puede ir ya de rositas el entrenador. Djukic lleva seis partidos oficiales en el banquillo y tampoco ha ganado. Su rigidez táctica anoche, como ante el Villarreal, debe censurarse. Un técnico no puede hacer milagros, pero debe mover sus piezas para intentarlo. Ni lo hizo con el dibujo ni lo hizo con los cambios de jugadores. Apenas hombre por hombre. Aficionados, plantilla y cuerpo técnico son víctimas de la rácana política de fichajes del presidente Carlos González.
Hubo rotaciones de inicio. Sólo quedaba Saizar por debutar en partido oficial esta temporada y la Copa por fin le dio una oportunidad de estrenarse en la portería. Djukic, como había avanzado, puso una alineación repleta de los jugadores menos habituales en la Liga. Sólo entraron dos teóricos titulares en el «once» de anoche en Los Cármenes: Deivid y Pantic. Entre alineados, lo más destacado fue la vuelta de Crespo tras la lesión, los minutos de inicio para Caballero y una «opción» para Ryder Matos. Quizás apuntes más trascendentes entre los que no jugaron. Conocido el descarte de la lista de Havenaar, López Silva tampoco tuvo minutos. Todo un mensaje. En el Granada, Joaquín Caparrós también agitó por completo su alineación respecto al campeonato liguero. Eso sí, partió con el bloque previsto.
Ansiedad
La tendencia negativa y la necesidad de ganar de los dos equipos se notó desde el pitido inicial. Trece partidos de Liga sin vencer de lado blanquiverde y nueve en el combinado granadino hacen mella en cualquiera. Y sin más si tienen las limitaciones que evidencian ambos. Millones de precauciones defensivas (lo que no significa hacerlo bien atrás) y escasa generación ofensiva. El Córdoba ni tiró a puerta. Tampoco el Granada lo hizo mucho más. Apenas tres disparos. Suficiente para demostrar las gravísimas carencias de una defensa que hace mucho más daño al equipo que su falta de pegada arriba.
El choque comenzó con un Córdoba resultón pese a los cambios. Lo que tardó el bloque de Caparrós en comprobar que era una mera pose. El rival se hizo con el control y no lo soltó. Ni cuando se puso por delante. Pasó más de la mitad del primer acto sin que pudiera valorarse el debut de Saizar y Oier en las porterías. Ni una ocasión que echarse a la boca en el Nuevo Los Cármenes.
El Granada, prácticamente, no avisó, sino que golpeó. Hizo algo más propio de un grande. Success, a la media vuelta, no cogió puerta a los 24 minutos (primer tiro del partido) por puro milagro. En la jugada siguiente, el cuadro nazarí se adelantó. Pelotazo de Nyom a la espalda de Gunino, Success peinó al otro costado y Jhon Córdoba se anticipó a los centrales para fusilar a Saizar (1-0, minuto 25).
El gol tampoco reactivó a los blanquiverdes. Los Djukic fueron tan planos, o quizás más, que en la Liga. Ni posesión, ni circulación, ni ocasiones ni solidez defensiva. Otra sesión de fútbol desesperante para el cordobesismo.
Ni el Córdoba mejoró ni Djukic propuso cambios tácticos o de jugadores que lo reactivaran tras el descanso. Entró Pinillos por Crespo al descanso. Hombre por hombre para no cargar al sevillano para Bilbao. También entró Florin, que ni la tocó. El primer disparo (desviado) y único del Córdoba fue de Ekeng a la hora de juego.
El ejercicio de desesperación fue subiendo de nivel. En ataque, inexistente. Atrás, muy fallón. Menos mal que enfrente estaba un Granada miedoso y fallón con Córdoba y Success arriba. Para colmo de males, Ekeng se autoexpulsó (m. 70). Ante diez, el Granada ni apretó. Menos mal, porque su miedo dejó al Córdoba vivo para la vuelta.