RECLAMACIÓN

La bisnieta desconocida de Romero de Torres

Una mujer busca medios para intentar demostrar que su abuelo era hijo ilegítimo del pintor

La bisnieta desconocida de Romero de Torres ARCHIVO ABC

L. M.

La vida de Ramón Herrera ya era extraordinaria antes de que su nieta indagara en el origen de las raíces. Había nacido en El Puerto de Santa María en 1896 y su madre murió diez después, y con ella se llevó una buena parte de los secretos que ahora se pregunta quien se asoma a su historia. Lo crió su abuela en Córdoba y si no conoció a su madre, tampoco llegó a saber nunca quién era su padre. Su madre, Ramona Montesinos, se había casado con Antonio Aguilar, pero su matrimonio no fue feliz. Uno y otra buscaron cariño fuera.

Así lo cuenta María Herrera, una antigua cantante que tomaba el nombre de «La loba» y que relata la historia del origen de su abuelo como hijo ilegítimo, y hasta ahora oculto, de Julio Romero de Torres. La que dice ser bisnieta del autor de «Mira qué bonita era» relata cómo su bisabuela vio cómo el hombre con el que se casó tuvo hijos con su criada, a los que llegó a reconocer. Por despecho, su esposa habría buscado consuelo en un hombre y de allí nació un niño. Por eso, al morir su madre, el viudo no quiso saber nada. Ramón se crió en Córdoba y sólo a los once años un matrimonio que no tenía hijos lo reconoció y le dio su apellido, Herrera. «Pero él ni siquiera los conoció», recuerda.

A los catorce años, en 1910, su abuela murió y él quedó huérfano en el mundo, pero con unas joyas y un cuadro «que le había regalado su profesor de pintura» pudo reunir algo de dinero y marcharse a Estados Unidos. Después regresó. María recuerda a un hombre alto y apuesto, con un enigma que ella quiso investigar. A través de varios parientes pudo reconstruir su extraña historia de quien llevaba un apellido que no era el de su padre y un día comprendió que el pintor que se parecía a su abuelo, alto y apuesto también, era el eslabón que le faltaba para completar la historia: Ramón había nacido de una relación entre ambos, en la Feria de Mayo de 1894 (Romero de Torres tenía 19 años) y llegado al mundo con el oprobio propio de un hijo ilegítimo.

Los testimonios de algunas personas que aseguraban que Romero de Torres había frecuentado la casa de la abuela de Ramón (y por lo tanto tatarabuela de María) y que le podría haber dado clases de pintura serían el aval. Ahora la mujer confiesa que no tiene medios para comenzar el proceso para reclamar su descendencia, que no tendría más camino que exhumar los restos del pintor y hacer una prueba de ADN. No hay descendientes vivos de Julio Romero de Torres, ella sería la única, si su historia es cierta. «Ni siquiera pido dinero, porque la herencia creo que ha prescrito», dice.

La historia se conoce en Córdoba, y no para bien. La directora de los Museos Municipales y máxima experta mundial en la vida y obra del autor de «La saeta» y «La chiquita piconera», Mercedes Valverde, aseguró que la historia no le merece crédito y que muchas de las fechas que se aportan no cuadran.

La bisnieta desconocida de Romero de Torres

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