EL TACÓN DE SÓCRATES

Tres discursos

POR PACO MERINO

Hay quien interpreta que al Córdoba no se le puede considerar de Primera División. Está pero no es. El equipo ocupa puesto de descenso a Segunda desde que arrancó el campeonato y no le ha ganado a nadie en trece jornadas. Quienes manejan este argumento son personas envidiosas y ruines, envenenadas por el rencor. Algunos, además de todo eso, son encima periodistas. «Aún no he visto a ninguno de ustedes retractarse por decir que estábamos en Segunda B y acabamos subiendo a Primera», soltó esta semana ante la jauría mediática el presidente Carlos González en una más de sus delirantes comparecencias. Fue con motivo de la presentación de las maquetas de la Ciudad Deportiva del Córdoba CF, que iba a llevar el nombre de Juanín —el mejor jugador de la historia del club— pero que ya no porque «su hijo tendría que tener la suficiente sensibilidad para no meter al club en los juzgados». Recordemos. El hijo de Juanín forma parte de la directiva de la Escuela de Fútbol Juanín y Diego, fundada por el legendario futbolista junto a otro compañero ex blanquiverde —Diego Moreno— en el barrio de Ciudad Jardín. Su «pecado» es pedir al club que les abone los derechos firmados por el traspaso de Fede Vico —forjado en la escuela— al Anderlecht. ¿Una barbaridad? No se crean. Era el 10 por ciento de la operación —unos 150.000 euros—, una cantidad que la Escuela JyD aceptó rebajar más de la mitad y que, finalmente, fue canjeada por un lote de carnés de abonado para que la escuela los vendiera. El Córdoba no les ha dado esos carnés y ni siquiera les recibe. Si no le abren la puerta al hijo de Juanín, ¿cómo le van a poner el nombre de su padre a una instalación? Los actuales dirigentes del club siguen haciendo amigos. Así se reescribe la historia.

En esas aguas chapotea el Córdoba, que anda metido en su clásico estado tendente al caos. No le gusta el papel, pero lo borda. Pone de los nervios a todo el mundo, se enroca en actitudes entre lo cerril y lo chulesco, muerde las manos de quienes quieren ayudarle a salir de ésta —tiene encima un problemón enorme— y se escudará, ya por siempre jamás, en esa coartada moral perfecta que fue el ascenso del 22-J del 2014. Ahora, sin resultados positivos ni fútbol atractivo, con la tremenda duda sobre qué hacer en el mercado de invierno —¿otra revolución en la plantilla?— y una afición desencantada, con peligrosos brotes de hastío y resignación ya patentes, el Córdoba trata de armar una nueva estrategia de supervivencia. Nadie sabe por dónde puede salir. Despúes del lamentable desenlace del choque ante el Villarreal y en vísperas de la visita al histórico San Mamés para cruzarse con el ahora pujante Athletic, el Córdoba hará escala en Los Cármenes para buscar sensaciones —y lo que salga— en la Copa del Rey. Mientras tanto, los discursos blanquiverdes rozan lo surrealista.

Discurso número 1. Carlos González: «Tenemos la mejor plantilla de España». De puertas para afuera, la aseveración suena a chiste. Para quienes tienen trato habitual con el presidente del Córdoba, la frase encaja a la perfección en el catálogo de declaraciones extravagantes que ha ido desgranando a lo largo de tres años en los que no han dejado de pitarle los aficionados, según él mismo explicó con su típico aliño irónico. Por cierto, que la mejor plantilla de España será reformada a fondo en el mercado invernal.

Discurso número 2. Djukic: «Yo digo lo que veo, no vendo humo». Al técnico le escoció la derrota ante el Villarreal, pero en la sala de prensa explicó que el Córdoba no estuvo tan mal. Lo vio hasta bien. Ante la perplejidad del auditorio, el serbio quiso resaltar que parecía que estaba «vendiendo humo» pero que, honestamente, ésa era su percepción de la realidad. «Somos el Córdoba y con el material que tenemos, nosotros tenemos que hacer otra tarta», dijo comparando a su equipo con «uno de Champions» como el Villarreal. Lleva cinco partidos en el cargo: tres puntos sobre quince posibles.

Discurso número 3. El Arcángel: «¡Carlos González, pesetero!». Incapaces de imaginar una remontada o la recuperación desesperada de al menos un punto ante el Villarreal —más o menos lo que hizo el Elche ante el Córdoba en la jornada anterior tras un 0-2—, muchos seguidores abandonaron su localidad con negros pensamientos en la mente y el silencio como bandera. Los que no se fueron antes de terminar el partido se desgañitaron lanzando críticas hacia el palco. Los cánticos tenían un hilo argumental: la racanería del dueño del club a la hora de invertir en contrataciones. «Si yo fuera aficionado, a lo mejor hubiera gritado “vete ya” también», dijo González, con mucho arte, antes de explicar que las reclamaciones no tienen fundamento. «Yo gasto lo que me deja gastar la LFP, pero ustedes ponen que no gasto porque no quiero y la gente se cree esa mentira». Jodidos periodistas.

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