Rampas en dos parroquias
Soy una persona muy luchadora y cansina. Hasta que no consigo mis objetivos, no paro. El tema de las barreras arquitectónicas está bastante trillado y hasta que no logre que todas las parroquias de Córdoba estén perfectamente adaptadas para el tránsito de todas las personas, no voy a dejar de insistir. Me voy a referir en esta pequeña carta en concreto a dos parroquias cuya entrada deja mucho que desear para el tránsito de personas discapacitadas.
Cuando reformó nuestro Ayuntamiento la Plaza de San Andrés manifesté una tremenda alegría y pensé: ¡Hombre, qué bien: Ya puedo entrar a dicha parroquia sin ningún tipo de dificultad! Nada más lejos de la realidad. En la entrada hay un escaloncito que obstaculiza bastante, y yo me pregunto: Si el acerado de la calzada de la calle está a ras del suelo de la parroquia, ¿para qué existe y qué pinta dicho peldaño? Está de adorno y sólo entorpece ¿No sería más sensato y eficaz eliminar dicho estribo?
En la parroquia de la Compañía existen dos buenas rampas metálicas en las escaleras laterales. Me parece perfecto. Sin embargo, al subirlas, sucede tres cuartos de lo mismo que en San Andrés, o peor. El escalón es algo más alto. Ya que se hace una cosa bien, por favor señores: Terminemos de rematar la faena y rompamos barreras de una puñetera vez.
No hagamos las cosas a medias, ni para cumplir con una parte de la sociedad, como pasa también en algunos edificios públicos o privados, colocan una rampa y al lado un escalón. Por lógica, no tiene sentido. Claro que, si no va ninguna silla eléctrica a la iglesia, difícilmente vamos a poder concienciar.
En fin, vivimos en una sociedad discapacitada. Pero no hay un tercio. En general, todo el mundo es discapacitado y hasta que no nos concienciemos de ello nunca llegaremos a ser iguales, y la normalización será una completa utopía y mentira.