Una derrota que acaba con la infinita paciencia

La afición blanquiverde tiene infinita pasión por sus colores pero su paciencia tiene un límite. Y ayer se rebasó sobradamente. La derrota ante el Villarreal fue la gota que colmó el vaso. El Córdoba no levanta cabeza y está muy lejos de hacerlo con los mimbres que tiene. Los jugadores lo intentan todo, pero ni con Ferrer ni con Djukic han podido brindar una victoria a su afición. Colistas y sin conocer la victoria. Ayer, una vez más, al equipo de Marcelino solo le bastó la ley del mínimo esfuerzo para llevarse el partido. Una jugada bien definida por Vietto y un despiste de Juan Carlos en un corner sentenciaron el encuentro. La afición gritó basta ya y lo hizo mirando hacia el palco, dirigiendo sus gritos al presidente Carlos González. Lo que había bajo el campo era fruto de su gestión. Así se lo recordaron, con gritos como «pesetero», por no haber invertido en su día y haber confeccionado un equipo «low cost» al que ni Albert Ferrer ni Miroslav Djukic han sido capaces de hacerlo jugar, ganar e ilusionar.