Busquets aparece salvador
El cielo respetó finalmente otro de esos clásicos de la Liga, con cuajo, con peso, con historia, como los Valencia-Barcelona. Hubo tregua. Necesaria, por cierto, para no afear un buen partido. Una tromba de agua abría la tarde. Pero como si de un grifo se tratase, el agua se cortó con tiempo suficiente para que el césped estuviese a punto. Dos modelos enfrentados. La búsqueda de la sobriedad defensiva, el argumentario de juego que ofrecen Parejo y André Gomes y el contragolpe en el Valencia frente al fútbol combinativo y la voracidad del tridente de ataque barcelonista. Partido incomodísimo para los visitantes, que llegaban refrescados con los récords goleadores, en Liga y Champions, de Messi. Encontró éste a un compatriota, Otamendi –soberbio el partido que se marcó el dentral–, asociado con un central alemán como Mustafi, que cerraron las puertas, casi a la perfección de la portería de Alves, quien tuvo acciones de mérito como Claudio Bravo para truncar las acciones ofensivas de un Valencia que llama a las puertas de los de arriba con firmeza.
El duelo fue intenso, competido, vibrante en muchos momentos. Un partido de peso, que se resolvió en el tiempo de prolongación con un gol de Busquets culminando una jugada embarullada a balón parado. Excesivo castigo para el Valencia.
Decidió Luis Enrique inyectar más músculo, blindar claramente, a su línea de tres del medio campo para contrarrestar la recuperación valencianista de su tripleta. El fútbol se cocina en la zona ancha y ahí se midieron en Mestalla Parejo, André Gomes y Javi Fuego contra Mascherano, Busquets y Xavi. El técnico barcelonista se reforzaba con el argentino, mientras colocaba a Piqué como acompañante de Mathieu, entre quienes buscó su espacio Álvaro Negredo.
Blindaje azulgrana
La historia arrancó animada. Sin especulación alguna. Mestalla quería fútbol y unos y otros no desentonaron. Animoso se mostró el Valencia por los costados con Feghouli y Rodrigo. El hispano-brasileño probó con un chut duro a Bravo, quien se quitó el balón de encima como pudo. Pero si algo definía a los de Nuno fue salieron firmes, ordenados, muy bien estructurados en su sistema defensivo. Todo marca de la casa: sobriedad atrás y salidas rápidas al contragolpe, aderezado siempre con la capacidad para construir fútbol de Parejo y André Gomes.
El Barça fue progresivamente cogiendo el mando en el medio. Replicó rápido el conjunto azulgrana al chut de Rodrigo con una acción que acabó en una mezcla de error de Luis Suárez y paradón de Diego Alves. Le quedó franco el balón al uruguayo y le pegó a bocajarro cuando el meta se vencía a un lado. Al medio fue el balón y encontró la pierna del meta.
A esto sobrevino la acción peliculera del partido y que calentó los ánimos demasiado pronto. Otamendi salió bien al corte de Neymar. El brasileño se dejó caer. El argentino le recriminó. Un gesto con la cabeza de Neymar llevó al defensa al suelo. Circense lo de ambos. Tángana. Calentón. Sobró.
El gol de Suárez
Pero volvió el fútbol. El Valencia procuraba salir rápido, en ocasiones con más corazón que buenas elecciones de pase. Y el Barça apuraba las combinaciones para acabar conectando con su tridente. Los centros por los costados encontraron o a Diego Alves o a dos tipos poderosos en el juego aéreo como Mustafi y Otamendi, que intentó secar a Messi. Por el centro, y raseando, el asunto se ponía más oscuro para los barcelonistas. Ya en el último suspiro del primer tiempo, los locales salieron veloces, Rodrigo conectó con André Gomes en el interior del área, pero el luso no acertó en el remate final tras salvar a Bravo. Se fue al lateral de la red.
Intenso, competido, equilibrado llegaba el partido a vestuarios. Justa era la igualdad en el marcador. El Valencia se mostró luego con mayor claridad para buscar protagonismo en el sector del campo barcelonista. Con todo, Luis Suárez volvió a desaprovechar una buena ocasión. Ganó el balón ante Otamendi y la salida de Alves, pero el uruguayo se precipitó sin la oposición del portero. Replicó rápido el conjunto local y en una acción a balón parado el balón le cayó suelto a Rodrigo. Su chut cogió puerta, pero Piqué lo sacaba en la misma línea de gol.
Luis Enrique reflexionó. Cambió la apuesta inicial en el centro del campo. Retiró a Mathieu. Recolocó a Mascherano como central. Y sacó al talentoso Rakitic para que se uniese a Xavi. En esas, jugada controvertida. Luis Suárez remató adentro un chut rebotado de Alves. El colegiado decretó fuera de juego. La ayuda de la imagen advertía que estaba en línea con un defensa. La protesta fundada del delantero tuvo de inmediato cambio de tercio. Contra local. Negredo habilitó a Feghouli, pero éste, cara a cara con Bravo, tiró al centro y el meta salvó. Luego, tuvo que hacer lo mismo para repeler un disparo de Negredo. Fue sobre la bocina cuando Busquets culminó una jugada embarullada en una acción a balón parado para dar dar la victoria al Barça.