Que esta vez se haga bien
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Es un clásico. El Ayuntamiento lanza a final de cada mandato un plan de peatonalización. Aún recuerdo con añoranza los de la Victoria, Ronda de los Tejares y Cruz Conde. Oh, mores
QUE quede claro que apoyo vivamente, a la manera aguerrida de un activista de Podemos, cualquier plan municipal que permita mejorar la calidad de vida de la ciudad de Córdoba. Si es reduciendo el impacto del automóvil en el centro o en los barrios y permitiendo una comunidad más limpia, pues mejor. Y si ya incentiva el uso de transportes colectivos o no contaminantes —la identificación política de la bicicleta con una opción ideológica concreta es una idiotez supina—, miel sobre hojuelas.
Los que tengan algo de memoria recordarán que el Ayuntamiento de Córdoba tiene la costumbre de lanzar un plan de peatonalizaciones cuando llega el final de mandato, que no siempre acaba fructificando. Sin remontarse al caso concreto del Bulevar del Gran Capitán, los sucesivos gobiernos municipales han aprovechado el sprint final de cada corporación para lanzar ideas más o menos trabajadas con empresas de asesoramiento.
El proyecto más llamativo fue el lanzado en la etapa de José Mellado en Urbanismo. En aquella etapa, la Gerencia apostó por un plan global para el centro que tenía en el paseo de la Victoria su punto más llamativo. El tráfico, proponía ese plan, se encauzaba en doble sentido por República Argetina dejando la avenida más cercana al centro como un intercambiador de transporte público y una zona peatonal. Mellado tuvo la incomprensión general, incluso la de sus socios de gobierno. La Victoria acabó en parking soterrado como todo el mundo sabe.
Ronda de los Tejares es una de esas calles icónicas del tráfico. La teoría asegura que la ciudad tiene que hacer lo posible por alejar los coches del Casco y el Centro para llevarlos a grandes avenidas de circulación. Cruz Conde fue un paso —un tanto alocado, el entonces alcalde reconoció que tomó la decisión en un paseo nocturno— relevante para la conquista de la calle aunque sea bien cierto que muchas personas —entre otras, yo— miraron la decisión con ciertas reservas.
Tejares, digo, ha formado parte de no pocas actuaciones para reducir su impacto en el tráfico por medio de proyectos como el ya olvidado tranvía, que el Consistorio quiso poner para unir la zona alta del Brillante con la parte más meridional de la calle Torremolinos. Ronda de los Tejares no parece tener una solución a corto plazo.
El Consistorio dispone un libraco llamado Plan de Movilidad Urbana Sostenible, que fue usado parcialmente para medidas de calmado del tráfico, que el gobierno municipal del PP quiere ahora sustituir o definir con nuevos criterios. Según lo que se sabe del proyecto conrolado directamente por el alcalde, José Antonio Nieto, y su jefe de gabinete, Giuseppe Aloisio, se ha contado con una entidad barcelonesa especializada para inspirarse en el modelo de Vitoria —una ciudad admirable en muchos de sus planteamientos—. Aunque el asunto es un tanto nebuloso aún, el modelo pasa por la división de la ciudad en manzanas en las que el exterior tiene tráfico y el interior fomenta el uso peatonal.
El problema de la movilidad radica en su puesta en marcha más que en su diseño. Y lo que siempre se ha echado en falta de esta cuestión son los proyectos compensatorios necesarios hasta tanto inventen el automóvil comestible. Contestada de forma previa la pregunta de «qué hago con el coche», lo cierto es que todo será mucho más sencillo y pacífico. Que es precisamente lo que aquí ha fallado en tantas ocasiones.
Parece que Ciudad Jardín va a ser el banco de pruebas de este intento. Solo cabe reclamar que, llegado el momento, las cosas se hagan bien. En esta ocasión.