Si Rajoy no rectifica, otros podrán rectificar

GABRIEL MUÑOZ CASCOS

Con gran dolor me dirijo a todos y cada uno de los componentes del Consejo de Ministros, pero, especialmente, al señor presidente. Como es natural, excluyo al dimitido Gallardón y a los que no hayan apoyado en el Consejo la decisión mayoritaria tomada. El motivo no es otro que el incumplimiento de la promesa electoral sobre la ley del aborto. Lisa y llanamente que se ciscan en su palabra. Antes que nada quiero significar que para mí, como para muchas personas, el aborto, llamado eufemísticamente «interrupción voluntaria del embarazo», siempre ha sido un disparate. Soy partidario de la vida, con mayúsculas, y todas las leyes contrarias a ella me parecen horribles, pero mucho más la vigente, que convierte el aborto en un derecho de la mujer a partir de los dieciséis años. Pero a lo que voy. Sin basarme en las consideraciones confesionales a las que antes he aludido, ni en cuestiones técnicas o dogmáticas, quiero ahora considerar solamente lo que para mí supone que un Gobierno dé marcha atrás sobre lo que antes, incluso en su programa electoral, había prometido solemnemente. Yo entiendo que hay cosas que por su condición de «materiales» —con un objetivo cuantificado— es posible que no se puedan cumplir. Por ejemplo, la creación de cierto número de empleos y que por culpa de las circunstancias internacionales (crisis, guerras, etcétera) no se han logrado. O la construcción de carreteras y escuelas. La no consecución de un determinado mercado para los productos nacionales, o infinidad de otros casos que por unas u otras causas no se pueden alcanzar. Pero cuando de lo que se trata es de cumplir lo prometido sobre algo no material (de principios), la cuestión varía de parte a parte. La reforma del aborto que el partido del gobierno llevó —como objetivo a alcanzar— para la actual legislatura, estaba concebida para modificar la ley Zapatero. Y aquí no hay que considerar, de ninguna manera, situaciones coyunturales de mercados, empleos, carreteras u otras de carácter material. En este caso —repito— han incumplido una cuestión de principios, y eso, para mí, es muy grave.

Si Rajoy no rectifica, otros podrán rectificar

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