PERDONEN LAS MOLESTIAS
UN NUEVO PLAN
La concejalía del ramo prepara un proyecto para ampliar la peatonalización. Perfecto. Si no acaba, como tantos, en el cajón
HAY una idea extendida según la cual el desarrollo consiste en meterse en un vehículo a motor unas cuantas horas al día. Bajo esa premisa, las ciudades se configuraron a mediados del siglo XX bajo la dictadura del coche con el resultado que todos ustedes conocen: polución, colapso urbano, contaminación acústica, estrés, agresividad, vida sedentaria, accidentes de tráfico, sobreocupación del espacio, saturación de aparcamiento y no nos dejen seguir con el recuento de contraindicaciones que no acabamos.
En Europa ya advirtieron del desajuste hace décadas. Décadas, decimos. Y hoy las más importantes capitales del continente regulan su fluido circulatorio reduciendo la omnipresencia del coche para construir ciudades más amables. En Córdoba vamos a velocidad de tortuga en esta y otras materias como usted muy bien sabe. Ayer, por ejemplo, tuvimos conocimiento de un enésimo plan para ampliar las zonas peatonales de la ciudad y devolver al ciudadano lo que es del ciudadano.
El documento municipal es conocido como Plan de Movilidad Urbana Sostenible y busca modificar sustancialmente el modelo de convivencia entre el tráfico a motor, los viandantes, el transporte público y las bicicletas. Sobre el respecto no tenemos nada que objetar. Todo lo contrario. Pero el plan nos recuerda a otros muchos planes urdidos por equipos de gobierno anteriores que se pintaron sobre un papel y nunca llegaron a salir de él.
En planes de movilidad sostenible y peatonalización somos la monda lironda. En el cajón del departamento correspondiente debe de haber un centenar de carpetas llenas de buenas intenciones. Tirando por lo bajo. Planes para cerrar la Mezquita al tráfico, planes para regular la Judería, planes de movilidad del casco histórico, planes para controlar la Ribera, planes para reducir el paso de la calle San Pablo, incluso planes para limitar los carriles del paseo de la Victoria o convertir Ronda de los Tejares en un bulevar preferente para el peatón.
Pero una cosa es diseñar un plan en un papel y otra muy distinta ejecutarlo. En este segundo apartado, a nuestros concejales del ramo le flaquean las piernas, seguramente debido a una escasa convicción en la materia y al miedo cerval al comerciante. Por ese lado, nos hemos ido quedando en el furgón de cola de Andalucía, que es, a su vez, el furgón de cola de España, que es, a su vez, el furgón de cola de Europa en cuestión de movilidad sostenible.
Baste recordar que dos de las peatonalizaciones más trascendentes del casco urbano de Córdoba se hicieron por casualidad. La primera, el Bulevar del Gran Capitán, cuyo cierre al tráfico se derivó de aquel ya histórico atasco administrativo y político tras la aparición de restos arqueológicos en el subsuelo cuando se ejecutaba un aparcamiento subterráneo. O sea. Y la segunda, la calle Cruz Conde, que fue peatonalizada contra todo pronóstico cuando al alcalde saliente le sobraba una partida presupuestaria que caducaba en meses si no se invertía en una obra para la ciudad.
Así se ha venido diseñando, coma arriba coma abajo, la política de movilidad sostenible en Córdoba. Con muy poca convicción y mucha gaseosa. Celebramos que la concejala del ramo haya puesto un nuevo plan de regulación del tráfico sobre la mesa. Siempre y cuando, naturalmente, no sea otro fuego de artificio que acabe como tantos otros en el cajón del departamento correspondiente.