Una inspiración

Fue una maestra y una gran influencia. Una inspiración. La pude conocer en persona, cuando el año pasado me invitaron a ir al Festival de Novela Negra de Lyon. Ahí estaba ella, firmando libros, y no conseguí acercarme. Fui incapaz. Hay personas que imponen, y P. D. James era una de ellas. Me ocurría lo mismo con Ana María Matute; la misma admiración. Viéndola de cerca, lo que más me sorprendió fue lo mucho que recordaba a Agatha Christie. Tenía una gran habilidad para mezclar temas, para hacer eso que a mí me gusta llamar novela negra mestiza utilizando el terrorismo ecológico, la política, los fantasmas...

Y luego está la presencia constante de la tía muerta de Adam Dalgliesh, ese detective poeta que ha enviudado después de que su mujer falleciese durante el parto. De hecho, en mis novelas hay cincuenta mil homenajes, guiños que quizá no sean muy evidentes pero que tanto sus lectores como los míos sabrán reconocer. Salvando las distancias, por supuesto, pero ella también tenía un detective al que sacaba al campo, que se desplaza siempre a la costa, a ese viejo molino que había heredado de su tía... Se ha ido, sí, pero seguro que estaba escribiendo. Porque siempre estaba escribiendo.