«Incluso en un contexto siniestro, el toque de humor es necesario»

El autor habla sobre «La Primera Guerra Mundial contada para escépticos» y relata su forma de acercarse a la literatura y la historia

«Incluso en un contexto siniestro, el toque de humor es necesario» FOTOS: RAFAEL CARMONA

LUIS MIRANDA

Cuando la esposa de Juan Eslava Galán leyó el manuscrito de «La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos», su inminente obra, esbozó una mueca de disgusto por el pasaje en que se describe cómo Hitler se suicida en el búnker de Berlín. Eslava Galán había añadido una frase sarcástica como coletilla final: «Y nos privó de su presencia». Ella le dijo si no parecía casi complaciente con el líder nazi, pero a Eslava Galán le pareció que ese rasgo de humor tenía que estar, porque algo de risa es imprescindible en sus obras. «Incluso en un contexto siniestro, el toque de humor es necesario», afirmó después.

El escritor jiennense participó ayer en el Foro Cultural ABC, que patrocina la Fundación Cajasur y en el que colabora además Carburos Médica. Ante un nutrido auditorio en el salón de actos de Cajasur en Reyes Católicos, Eslava Galán habló de su larga obra, entre la divulgación histórica y la novela, y en concreto de su última publicación, «La I Guerra Mundial contada para escépticos».

A la cita acudieron el gerente de ABC en Andalucía, Álvaro Rodríguez Guitart; el director de ABC Córdoba, Francisco Javier Poyato; el director de la Fundación Cajasur, Ángel Cañadilla; el teniente de alcalde de Cultura, Juan Miguel Moreno Calderón, y el subdelegado del Gobierno en Córdoba, Juan José Primo Jurado, quien en su calidad de historiador participó en el coloquio final con una pregunta sobre cuál hubiera sido el destino de Europa con una victoria de Alemania.

Fue una ocasión para hablar de la que se llamó Gran Guerra, de su concepto de la literatura y de la historia y también del humor como un añadido que considera imprescindible. Así, con Hitler lo tenía difícil, pero recordó cómo Ramón Serrano Súñer, cuando era ministro de Exteriores, describió una de las viviendas de Hitler «decorado como el piso de una solterona». Así que, como es mejor una imagen que mil palabras, buscó la fotografía, con un cojín con forma de corazón incluido.

Ensayo y novela

José Calvo Poyato, escritor y articulista de ABC, presentó, en su calidad de director del foro, al autor y dialogó con él, y en su charla no faltó el humor presente en sus páginas, pero tampoco las confesiones. «Nunca tuve clara mi vocación, cuando escribo ensayo pienso que me gustaría escribir novelas, y al revés, así que ahora hago ensayos novelados, que además le gustan al público», dijo.

La guerra como tal centró una primera parte de la intervención, cuando Eslava Galán habló de cómo los ciudadanos pensaban que «apenas duraría unos meses» y en realidad se prolongó durante tres años. El escritor, autor de novelas históricas como «La mula» y «Señorita» confesó que enfoca sus libros «para contar la historia de la gente sencilla, la que soporta la guerra, que son además quienes la sufren». Por eso, dice, cuenta «la historia de la gente, el lado humano».

Es lo que le lleva a que sus libros tengan algo del avance de los ejércitos, pero también historias más mundanas, como la de quien fue a buscar al ya maduro general Petáin, que retozaba con una joven de veinte años, para que al día siguiente se incorporase a las operaciones de Francia en la Gran Guerra.

España fue neutral, pero sus consecuencias se notaron aquí, para bien y para mal. Así, en Cataluña y en el País Vasco «hubo gente que ganó mucho dinero con la fabricación de uniformes y cartuchos de bala», de los que la demanda era incesante a medida que avanzaba el conflicto. Andalucía, por el contrario, sufrió sus consecuencias. «Las tropas eran hipomóviles, es decir, se movían con caballos y mulos, y el frente era una trituradora de carne, así que cada vez hacían falta más. Quienes en Andalucía los utilizaban para el campo veían cómo una mula podía costar tres o cuatro veces más», recordó. También las madrinas de guerra, que aliviaban el frente, se importaron luego a la contienda española, porque muchos militares acudieron a observar el conflicto «in situ».

Incluso, dijo el historiador, el grito de «no pasarán», emblema de la resistencia republicana de Madrid ante el avance franquista, «viene de la batalla de Verdún». El juicio del historiador permite aproximarse sin pasión a hechos que de otra forma son terribles, como la impresión de que «todos iban alegremente a la guerra».

Alemania, que se había formado como nación sólo en el siglo XIX, «buscaba las materias primas baratas que los demás tenían en las colonias» y Francia quería resarcirse de la humillación en la guerra franco-prusiana. «Estados Unidos buscaba una excusa, porque lo pedían quienes querían hacerse ricos con la guerra», insistió, y la tuvo con el hundimiento del crucero «Lusitania», que actuó como «cebo» para que los alemanes lo hundieran. Todos esperaban un conflicto corto y se encontraron con una guerra larga, y que al final se repitió, «porque en realidad hubo una sola guerra mundial con una pausa».

No sólo se habló del conflicto, sino también de su quehacer novelístico. Así, José Calvo Poyato le preguntó por su heterónimo, Nicholas Wilcox, con el que escribió varias novelas sobre templarios. «Ahora parece que no puedes leer a cierta gente, pero yo leo de todo, a gente como Tom Clancy. Pensé que podía escribir así, porque además era más fácil, y lo tomé como diversión», dijo.

El problema es que tampoco quería defraudar las expectativas de sus lectores, así que optó por el pseudónimo y hasta por inventarle una biografía. Así, «como las que leen son mujeres, porque los hombres estamos con cosas más importantes, como el fútbol», ideó a un aventurero que había sido corresponsal en varias guerras, viudo y que vivía en el campo con un perro y un gato. «Y le puse la foto de mi hermano, que es rubio y muy guapo», relató. Todo terminó cuando una revista descubrió quién había detrás y terminó por pedirle a su amigo Arturo Pérez-Reverte que lo revelara.

José Calvo Poyato se interesó además por el motivo que le lleva a tantas historias «para escépticos», y el autor lo tuvo claro: «La historia la hacen los que ganan. Por ejemplo, Isabel la Católica fue una usurpadora, pero quién iba a defender a la Beltraneja, que era la heredera», recordó. Por eso dijo que «es necesario asomarse con escepticismo, para ver lo que hay que detrás y no creerse nada».

«Incluso en un contexto siniestro, el toque de humor es necesario»

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