EL DEDO EN EL OJO

¿La fuerza del destino?

Vale la pena rendir un homenaje a todo lo sincero que nos ofrece la vida

MARIO FLORES

(Para «Dylan» y «Felipe». In memoriam)

No creo en el destino. Soy más de «Locus de Control» interno, o sea, que estoy convencido de que el futuro de cada uno está en sus propias manos, en el empeño que dedique a alcanzar sus metas. Posiblemente sea este un enfoque «psicológico-liberal» que muchos no compartan por creer que el individuo debe ser arropado por un orden superior (Estado) para alcanzar su lugar en el mundo. Allá ellos y su vaciedad.

Pero les confieso que a veces, sin embargo, me planteo si no puede ser cierto que el destino tenga cosas que decir también. Lo digo porque este pasado domingo, «Felipe», junto a «Dylan», falleció en un incendio producido en un domicilio de Lucena. Felipe no tendría más de un año y en su corta vida tuvo que sufrir el abandono en la calle y el acoso de unos niñatos que quisieron ahorcarlo tras patearlo como si fuera un balón. Sobrevivió gracias a la bondad de unos vecinos que lo alimentaban y lo acogieron temporalmente en sus domicilios. «Felipe», como ya imaginarán, era un cachorro; gracioso, dócil y amable albergaba esa inmensa grandeza que sólo un perro puede acoger en su diminuto corazón. Había sido finalmente acogido por una pareja de amigos que compartían piso y parecía que las nubes en el horizonte se despejaban para dar paso a un futuro mejor.

Pero las nubes fueron de humo y el fuego abrasador; el destino marcaría su final en ese trágico incendio. El suyo y el de «Dylan». Y Manolo se quemó. Esa nobilísima persona que generosamente regaló las esperanzas al animal quiso rescatarlos pero no pudo. Ya ven: una de esa trágicas historias de amor que nos reconcilian con el ser humano y que bien merecería una Tercera en este diario.

Ustedes sabrán perdonar la anterior digresión pero merece la pena homenajear a cuanto de auténtico nos ofrece la vida. Y esto lo es. Sequémonos las lágrimas y volvamos al tajo a pesar de la tristeza.

Hablaba del destino, de que no creía en él aunque a veces mis convicciones flaqueen. Pues ha vuelto a ocurrir. La Junta de Andalucía me da motivos para pensar que por más que nos afanemos, que hagamos valer nuestros derechos o que denunciemos complacencias locales con el poder autonómico, nunca tendremos en Córdoba una Sanidad de calidad porque así lo dicta el destino («Destino Andalucía»).

El Chare de Palma del Río es un solar, el Centro Oncológico de Cabra se cierra y el Socio-Sanitario de Lucena es tan sólo un zafio recurso electoral. ¿Que no existe el destino? ¡Mario, a veces pareces tonto! Nuestro futuro sanitario es tan negro como el de «Felipe» y «Dylan».

Descansad en paz amigos. Nosotros ya nos buscaremos la vida…

¿La fuerza del destino?

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