El PNV deja caer a Mario Fernández

El presidente de Kutxabank dimite tras no lograr apoyos para sacar a bolsa parte del capital de la entidadHoy será nombrado su sustituto, Gregorio Villalabeitia, para gestionar un momento crucial de la entidad

LUIS LÓPEZ

Para ser un divorcio motivado por diferencias irreconciliables, el de Mario Fernández y el PNV se ha sustanciado de una manera bastante civilizada. Sin broncas ni reproches en público. El hasta hoy presidente de Kutxabank, grupo propietario de Cajasur, presentó ayer su dimisión tras soportar meses de soledad. Un tiempo en el que ni los dirigentes nacionalistas —quienes le propusieron para el cargo—, ni el Gobierno vasco, ni ninguna formación política respaldó abiertamente sus planes de futuro para el banco. Al revés. Su pretensión de reducir hasta el 30% el accionariado de BBK, Kutxa y Vital en la entidad —ahora tienen el 100%— e incluso la posibilidad de salir a Bolsa ha agitado el escenario político hasta niveles atronadores.

Pero no ha sido ni la presión de Bildu, ni las movilizaciones sindicales, ni la oposición de colectivos sociales las que han terminado tumbando a Fernández. Lo que ha provocado su salida ha sido la reiterada falta de apoyo de los suyos. No ha habido enfrentamiento encarnizado, pero sí dos visiones diferentes de lo que debe ser Kutxabank y los ritmos a los que debe aproximarse al futuro.

Así que, pese a lo que cabría esperar por el carácter volcánico de Fernández, no se va con un portazo. Para anunciar su marcha ha esperado al primer consejo de administración posterior a los test de estrés y a que pasase la primera visita de los «hombres de negro» después de que el Banco Central Europeo (BCE) asumiera la supervisión del sistema, el pasado día 4 —justo cuando el banquero cumplió 71 años—. Además, la salida es ordenada hasta tal punto de que hoy mismo será nombrado su sucesor, Gregorio Villalabeitia, de 63 años.

Aviso con tiempo

¿Cómo es posible hacer esto a tal velocidad? Porque ha habido mucha cocina. Según aseguró ayer Kutxabank en un comunicado, Fernández planteó «antes de verano» su intención de «finalizar su mandato tras superar el test de estrés». Se lo expuso a Xabier Sagredo, presidente de la BBK (accionista mayoritaria y entidad que compró Cajasur en 2010) en julio, cuando el banquero certificó que no contaba con el apoyo del PNV. En estos últimos meses, con sólo un reducido puñado de personas informadas de la inminente marcha del presidente, se comenzó a preparar la sucesión superados los primeros tragos de la adquisición de Cajasur, en la que Fernández hizo una apuesta estratégica.

Y será casi indolora. Tras la reunión ordinaria de ayer del consejo de administración de Kutxabank, donde Fernández anunció su dimisión, ya se sentaron las bases del fulminante proceso. El patronato de la BBK (que controla Kutxabank al tener el 57% de las acciones) propuso ayer como consejero a Villalabeitia. Hoy, este directivo con enorme experiencia en el sector será nombrado por la junta de accionistas, y luego designado por el consejo de administración del banco.

Deberá llenar un hueco importante porque habrá un antes y un después de Mario Fernández. Precedido por un currículum formidable en el mundo jurídico y financiero, llegó a la presidencia de la BBK hace casi seis años con un reto colosal: liderar el proceso de fusión de las tres cajas vascas, que había fracasado estrepitosamente en dos ocasiones anteriores. No sólo lo consiguió, sino que, mientras tanto, logró capear la crisis económica con algo más que dignidad mientras otras cajas de ahorros en el resto de España naufragaban víctimas de la incompetencia y la corrupción.

Es más, logró lo que en el resto de Europa sonaba como un oxímoron: unas cajas solventes. Hasta tal punto que el banco heredero del negocio financiero de BBK, Kutxa y Vital se coronó el mes pasado como el más solvente del Estado en los test de estrés del Banco Central Europeo.

Semejantes méritos le fueron reconocidos ayer desde casi todos los ámbitos y con especial profusión desde el PNV y el Gobierno vasco. El problema, lo que distanció a Fernández de los nacionalistas, no estaba aquí sino en el diseño de la arquitectura de lo que será Kutxabank dentro de unos años.

El presidente saliente puso el cuentakilómetros a cero el pasado febrero, cuando mostró un horizonte en el que BBK, Kutxa y Vital conservarían únicamente el 30% de las acciones y el resto sería «free float» (acciones que cotizan en el mercado contínuo). Había dos razones para ello: primero, porque lo impone la normativa redactada al dictado de la troika, obsesionada con retirar a las fundaciones bancarias (las viejas cajas de ahorros) de posiciones mayoritarias en el accionariado de entidades financieras. Y, segundo, porque en un mundo globalizado, donde los competidores cada vez son más grandes, sólo se puede competir ganando volumen y para ello es necesario tener las manos libres. Para Fernández, un directivo muy pecular en sus formas, no sólo hay que buscar socios privados, sino que además conviene hacerlo por el bien del negocio.

En un primer momento recibió el apoyo de la dirección del PNV (fundamental por el control que ejerce sobre BBK) y del lehendakari, Iñigo Urkullu. Estaba planteando un proceso parecido al seguido por La Caixa, que se había desarrollado plácidamente y en modo alguno había comprometido la Obra Social. Pero luego llegó el enfrentamiento político con Bildu y el frente sindical y social contra lo que se denominó «privatización».

El mundo peneuvista matizó su postura y el enfriamiento culminó cuando Urkullu, en sede parlamentaria, rechazó abiertamente la entrada de capital privado.

En realidad, y según fuentes conocedoras del proceso, este alejamiento del PNV respondería no tanto a criterios de oportunidad política como a cuestiones de fondo. Frente a la tesis de Mario Fernández, en el PNV ven más que posible convencer al Banco de España para que ablande las exigencias que obligarían a Kutxabank a vender ya. Está pendiente conocer la versión de la circular que regulará el asunto pero desde el PNV, Kutxabank, las cajas y el Gobierno vasco dan por hecho que el regulador reculará y no entenderá que las tres cahas actuán de modo concertado (lo que les obligaría a vender el 51% de las acciones).

¿Cuál es el plan ahora? Alargar los plazos, apurar los cinco años (prorrogables a siete) que da la normativa para reducir la participación de las cajas —se pretende que sea en la menor medida posible— y hacerlo no vendiendo, sino con acuerdos estratégicos o participaciones cruzadas. Y eso si, al ritmo endiablado al que se suceden las reformas legales, no hay un cambio de escenario a medio plazo que, a la vista de la solvencia demostrada por Kutxabank, rebaje unas exigencias que, al fin y al cabo, fueron diseñadas para entidades incompetentes. Así que el banco propietario de Cajasur se enfrenta a un tiempo futuro crucial.

El PNV deja caer a Mario Fernández

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación