PODEMOS, A LA ALTURA DE SU «CASTA»
LAS irregularidades protagonizadas por la cúpula de Podemos y su entorno más cercano ponen de manifiesto que el discurso «anticasta» sobre el que ha girado toda su estrategia no es más que un deleznable ejercicio de hipocresía con el único fin de ganar votos a costa del descrédito que sufre hoy la política por culpa de la crisis y la corrupción. Ejemplo de esta falsedad es que Tania Sánchez, pareja de Pablo Iglesias y diputada de IU en Madrid, adjudicó un contrato de 137.000 euros a su hermano en 2008, cuando era concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Rivas. Si a ello se suma que Sánchez obtuvo, además, un piso de protección oficial en esta misma localidad –gobernada por IU–, que su novia está implicada en otros contratos dudosos o que fue su padre, concejal, quien la aupó a la política, es evidente que la diputada encaja como un guante en la «casta» que ella e Iglesias tanto denuncian.
De hecho, la reacción de Podemos a estos escándalos, lejos de diferenciarse de la del resto de partidos, imita e incluso supera las peores prácticas que, por desgracia, imperan todavía en la política española. Así, Pablo Iglesias no solo ha corrido a esconderse para evitar dar explicaciones sobre la beca de Íñigo Errejón o los extraños movimientos de su antigua productora, sino que, en una clara muestra de cinismo y desprecio hacia los medios de comunicación y el conjunto de la opinión pública, respondió ayer con insultos a la periodista que osó preguntarle por el inmoral comportamiento de su novia, tachándola de «machista». La mentira tiene las patas muy cortas, y en el caso de Podemos, las irregularidades de sus líderes, la ausencia de aclaraciones y su comportamiento para echar balones fuera representan lo peor de la tan manida «casta política».
