UNA RAYA EN EL AGUA
APOSTASÍA
Al dejarse llevar por la tentación populista, a Snchz le crece una coleta invisible que desdibuja su identidad política
A Pdr Snchz, tan pulcro, tan de buena planta, tan despejado de mirada y de vocales, le está creciendo una coleta invisible que amenaza con desdibujar su identidad política. El espejo de las encuestas le dice cada mañana que Pablo Iglesias es más seductor para sus votantes y le crea un problema de personalidad que está tratando de resolver de un modo equivocado: renunciando a sus propios rasgos ideológicos para tratar de parecerse a los de su rival en un afán comprensible pero acaso estéril de recuperar el favor del electorado de izquierdas. Para mayor inquietud, detrás de las cortinas observa la evolución de su perfil una Susana Díaz en la que todo el mundo reconoce, mejor o peor, rasgos de estabilidad institucional que él no puede ofrecer porque le falta el poder visible y tangible de su compañera de filas. Que ya se sabe dónde situaba Andreotti a los compañeros de partido en la escala de gente de la que cuidarse: por encima de los rivales, de los adversarios y de los enemigos.
La pretensión de abrirse hueco en esa carrera de popularidad que por ahora encabeza el líder de Podemos ha forzado a Snchz a una vistosa pirueta sobre sí mismo, una palinodia improvisada sobre la reforma constitucional que votó y respaldó cuando Zapatero ejecutaba su deconstrucción como gobernante. El PSOE hace tiempo que está arrepentido de aquella vuelta de tuerca al control del déficit decretada por el directorio europeo, pero su actual dirigente ni siquiera ha sabido o podido esperar a tener lista una iniciativa propia y se ha apuntado con precipitación y remordimiento a una de Izquierda Unida, siempre dispuesta a practicar la generosidad presupuestaria con el dinero de los demás. Al compartir el presunto mérito de la testimonial intentona contrarreformista, en el jefe de la oposición debilita su liderazgo a izquierda y derecha con la exhibición de un confuso complejo de culpa. La tardía declaración de apostasía del zapaterismo ha motivado una elegante reacción del expresidente, siempre buen encajador, que se ha limitado a dedicarle a su sucesor una displicente sonrisa.
Hace algún tiempo que Nicolás Redondo Terreros, exponente señero aunque aislado de la moderación socialdemócrata, sentenció que si el PSOE jugaba a ser Podemos daba ventaja en el juego a Podemos. La tentación populista, lejos de aproximarlo a la fuerza que le desangra los votos, resta sello propio a un partido que sólo puede crecer consolidando un proyecto de centro-izquierda, europeísta, pragmático y creíble. Si los socialistas dejan de ser un elemento estabilizador de la política y se entregan a los brindis al sol es probable que los ciudadanos se decanten por otros toreros menos vistos y más efectistas. Pero Snchz está nervioso. Y no tanto porque sienta el aliento de Iglesias en el cogote como porque es él quien no ve más que la nuca de su competidor, y cada vez más lejana.