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Leyenda y realidad de la palabra «pego»
De un apócope de la palabra «pegote» a la oscura figura de un francés llamado Pegau y el fascinante alcalde Domingo Badía
![Leyenda y realidad de la palabra «pego»](https://s2.abcstatics.com/Media/201411/25/globos-barcelona-espana--644x362.jpg)
«Es un pego» (una tontería, una nimiedad) es una expresión común cordobesa de origen incierto, de esas que tiene una explicación muy sencilla y otra bastante compleja. De esas que gustan una barbaridad porque se convierten en historietas que contar en los bares.
La más normal es que sea un apócope de pegote, o sea, la pérdida de fonemas que, cuando son átonas, producen palabras que no se reconocen por la Real Academia. Un pegote es un añadido a una obra literaria o artística de escaso valor o directamente no pertinente, lo cual puede estar relacionado con el significado local. El significado autorizado de pego es el de un truco de naipes.
La versión más compleja del origen de pego aparece en la popular Cordobapedia y se desarrolló en el blog Puerta de Osario , altamente recomendable en lo que a historia de la ciudad se refiere. Tiene que ver con globos que no vuelan. Ninguno de los autores dan fe rotunda de su veracidad.
Ahí ya la cuestión se convierte en más nebulosa, lo cual eleva el interés. «Pego» sería una forma cordobesa de pronunciar Pegau, un señor francés que al parecer intentó hacer volar un globo aerostático a principios del siglo XIX en la ciudad, donde habría llegado de la mano de José Bonaparte.
¿Es cierto? Pues vaya usted a saber porque estas cosas lo mejor es que se queden en el saber popular y acabe habiendo una calle a Louie (o como se llame, existen diversas versiones) Pegau o Pegaux. De hecho, unos investigadores de la Semana de la Ciencia de 2013 llegaron a reivindicar su figura.
La opción Badía
La versión extendida es que el tal Pegau realizó un intento fallido durante el siglo XIX de hacer volar un globo en el Campo de la Merced, es decir, la actual plaza de Colón. Y ni siquiera se sabe a ciencia cierta si ese vuelo es el mismo que realizó Alfred Guesdon para su célebre conjunto de litografías de ciudades españolas que se datan en la década de los 50 de ese siglo.
Aunque en este caso, el globo sí que voló porque conservamos el resultado final. Este tipo de vuelos eran propios de fiestas populares y, en algunos casos, se hacían coincidir con corridas de toros y otros momentos de diversión colectiva.
Tampoco se sabe si, en realidad, el «pego» original llegó con el primer vuelo fallido de un globo de Córdoba, el de Domingo Badía, cuando la centuria de los 1.700 llegaba a su fin. Badía, un personaje de novela que llegó a ser alcalde de la ciudad, llegó a Córdoba como administrador de tabacos y fue un aplicado espía occidental en el mundo árabe, informador de Godoy y Napoleón, y promotor de un plan para invadir Portugal.
Probablemente, no haya un político, nunca, con su currículum en el Ayuntamiento y con una vida más apasionante. Un dato: para infiltrarse mejor en el mundo árabe se inventó el nombre de Ali Bey y decía que era pariente de Mahoma. Se le atribuye el papel del primer occidental que pisó La Meca, los santos lugares del Islam.
A finales del XVIII, y atraído por los avances de los Mongoltfier, escribió un tratado sobre globos aerostáticos y consiguió materiales y permisos para realizar los vuelos que fueron todos ellos un fracaso. Al parecer, fue en el Campo de la Verdad y no en el de la Merced. Por lo que parece, no solamente fue una catástrofe técnica sino la ruina para los que financiaron el invento lo que hizo que los mismos que le pagaron el invento hicieran lo posible para que se le retiraran los permisos para ello. Desde Ibn Firnás al actual aeropuerto, esta ciudad tiene la negra con las cosas del volar.
Badía tiene la indiferencia histórica de su ciudad adoptiva (nació en Barcelona) hacia un regidor que estuvo poco tiempo en el poder pero al que se le atribuyen no pocas cosas. Fue él quien inauguró los jardines de la Agricultura, o sea Los Patos, en 1811. La invasión francesa fue germen de renovaciones urbanas, de vientos liberales. Sería una reivindicación curiosa que a un fracaso de su novelesca vida se le relacione con una de las palabras más singulares de los cordobeses. Evidentemente, aquel aventurero no fue un pegoso.
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