Juan de Mesa, la luz que siempre crece
La Virgen de la Misericordia del hospital de Antezana - l. m.
387 AÑOS DE SU MUERTE

Juan de Mesa, la luz que siempre crece

Recorrido por la vida del escultor cordobés (1583-1627) en sus obras celebradas y menos conocidas

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Recorrido por la vida del escultor cordobés (1583-1627) en sus obras celebradas y menos conocidas

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  1. Virgen de la Misericordia (1611)

    La Virgen de la Misericordia del hospital de Antezana
    La Virgen de la Misericordia del hospital de Antezana - l. m.

    Oculto durante mucho tiempo por la fama de su maestro, Juan Martínez Montañés, el nombre del escultor cordobés Juan de Mesa y Velasco sólo ha visto la luz en el siglo XX, y con él una obra llena de personalidad, capacidad técnica y hondura religiosa, que no deja de crecer en atribuciones y en admiración, por parte de las cofradías, pero también fuera de ellas. Una de sus primeras obras es la Virgen de la Misericordia del Hospital de Antezana en Alcalá de Henares (Madrid), hecha en 1611, cuando todavía trabajaba en el taller de su maestr.

  2. Cristo del Amor (1618)

    El Cristo del Amor, en la iglesia del Salvador de Sevilla
    El Cristo del Amor, en la iglesia del Salvador de Sevilla - ARCHIVO

    Aunque hizo imágenes de gloria y santos, Juan de Mesa brilló sobre todo como escultor pasionista. En sus Cristos mostró a un hombre herido por el dolor, pero sin perder los rasgos de la divinidad. Desde el primer momento conectaron con el pueblo, que hizo suyas las imágenes, y con las cofradías, que le realizaron muchos encargos. El Cristo del Amor, encargado en 1618 con la condición que lo hiciera solo, sin la participación de ningún oficial del taller, muestra aún algunos rasgos de su maestro, pero el cuerpo tronchado en la cruz y el rostro dolorido ya muestran rasgos de su genio. Como todas sus grandes obras, desde su muerte se adjudicó por sistema a su maestro, Juan Martínez Montañés.

  3. San José y el Niño Jesús (1619)

    San José y el Niño Jesús, en su retablo de la iglesia de Las Teresas
    San José y el Niño Jesús, en su retablo de la iglesia de Las Teresas - archivo

    Las Teresas es el nombre popular de un convento carmelita en el barrio de Santa Cruz de Sevilla, donde estuvo la Santa de Ávila, pero su nombre real es el de San José. La imagen titular, que preside el retablo mayor, aparece dando la mano al Niño Jesús, es una atribución, no sin alguna discusión, a Juan de Mesa. El rostro del patriarca recoge cierto misticismo propio de su maestro, aunque con el acento del escultor cordobés, que ya había hecho en sus inicios una Inmaculada para el mismo templo.

  4. Cristo de la Conversión (1619)

    El Cristo de la Conversión, en actitud de diálogo con San Dimas
    El Cristo de la Conversión, en actitud de diálogo con San Dimas - ARCHIVO

    Otra vez para una cofradía, Juan de Mesa desarrolla ya por completo su personalidad, la de imágenes de gran tamaño, colosales, pero heridas por el dolor y con una unción y ternura difíciles de describir. El Cristo de la Conversión del Buen Ladrón debía corresponder a su advocación y entablar un diálogo con San Dimas, y así lo hizo, con un rostro que además se dirige al espectador y muestra el poder de sus imágenes para mover el corazón de los fieles. Fue una de sus sendas más seguras en tiempos en que las imágenes eran un vehículo religioso muy importante.

  5. San Nicolás de Tolentino

    La imagen, en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid
    La imagen, en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid - ARCHIVO

    Como corresponde al sólido prestigio labrado en los últimos años, la obra de Juan de Mesa ha ocupado el lugar que merece en los estudios y en las monografías. También en los centros artísticos. Fruto de ello es esta imagen de San Nicolás de Tolentino, también una atribución con fundamento, que se conserva en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, junto a la conocida Magdalena Penitente de Pedro de Mena. El santo aparece en actitud de penitencia y en él Juan de Mesa muestra sus conocimientos anatómicos, patentes en todas sus imágenes.

  6. Jesús Nazareno (1622)

    Jesús Nazareno, en las calles de La Rambla
    Jesús Nazareno, en las calles de La Rambla - RAFAEL LEÓN

    Vivía en Sevilla desde 1606 y hasta 1622 no consta que enviara una talla a tierras cordobesas. Era una imagen de Jesús Nazareno para La Rambla. En él desarrolló y perfeccionó todo lo que había mostrado en el Señor del Gran Poder de Sevilla, dos años antes: grandes volúmenes, una zancada muy larga y el equilibrio entre el Redentor que puede con el mundo y que parece vencido por el peso de la cruz, además de un dolor que mueve a la compasión de los fieles. Otra imagen que el pueblo comprendió de inmediato.

  7. Cristo de la Misericordia (1623)

    El Cristo de la Misericordia, durante una exposición en Córdoba
    El Cristo de la Misericordia, durante una exposición en Córdoba - VALERIO MERINO

    Junto con las cofradías, la Compañía de Jesús fue uno de los principales clientes de Juan de Mesa. Para los jesuitas había hecho el Cristo de la Buena Muerte, hoy en la Universidad, según un modelo distinto al del resto de sus obras. Eran Cristos llenos de paz, con un hondo idealismo en el rostro y en la anatomía, sin apenas sangre. Tras el éxito del primero, le encargaron otros, dos de ellos para Lima y otro para Madrid, que ahora está en la Catedral de la Almudena. Siempre conforme al modelo, «tal y tan bueno», añadían. En la Colegiata de Osuna está el Cristo de la Misericordia, de tamaño algo menor que el natural, que reproduce un modelo lleno de equilibrio y misticismo.

  8. San Agustín

    La imagen, poco después de su restauración
    La imagen, poco después de su restauración - archivo

    Tras más de tres décadas cerrada, en los primeros años del siglo XXI se restauró la iglesia de San Agustín de Córdoba se halló una imagen de gran valor que había sufrido los efectos de un incendio. Era San Agustín, el titular de la iglesia. Las manos no se pudieron recuperar demasiado, pero sí el rostro, que mostraba según los expertos la huella de Juan de Mesa en la barba, el pelo y los ojos. La imagen se repuso en la lugar en que según fotografías. había estado, una de las hornacinas del altar mayor del templo.

  9. Crucificado de la Misericordia (1623)

    El Cristo de la Misericordia, en una exposición en Córdoba
    El Cristo de la Misericordia, en una exposición en Córdoba - ARCHIVO

    Según algunos estudiosos, esta imagen pudo ser un Cristo muerto después convertido a vivo y en actitud de diálogo. Recibe culto en la iglesia del convento de Santa Isabel de Sevilla, pero pese a los intentos, nunca ha tenido una hermandad ni ha pisado las calles sobre un paso. Los ojos y la boca entreabierta hacen posible la meditación y el encuentro con el fiel que reza a sus pies. Fue la obra que permitió recuperar su nombre, ya que en el año 1888 un estudio sobre esta imagen dijo que era obra del entonces desconocido Juan de Mesa.

  10. Nuestra Señora de las Angustias (1627)

    La Virgen de las Angustias, poco después de su restauración
    La Virgen de las Angustias, poco después de su restauración - valerio merino

    Nadie lo diría por su larga obra, pero Juan de Mesa murió con apenas 44 años. El 26 de noviembre de 1627 dictó testamento y dijo estar acabando «una Virgen de la Soledad o Angustias para el convento de San Agustín de Córdoba a la cual no le faltan tres días de trabajo». Esa noche murió. Su ciudad natal recibió entonces su testamento artístico, su única Dolorosa documentada. El Cristo, con una anatomía llena de detallismo y perfección, con la cabeza todavía dolida, reposa sobre el regazo de la Madre, bañada en lágrimas, pero llena de belleza juvenil todavía. Sostiene en las manos una espina, testimonio, según una hipótesis, de la paternidad que nunca le llegó. Era un recuerdo a la Santa Espina que se veneraba en la iglesia de San Martín, de la que era feligrés y donde está enterrado, y a esa reliquia se encomendaban las mujeres casadas que no tenían hijos. Aparece atravesando la ceja de casi todos sus Cristos.

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