Un punto tan amargo como necesario
Ganar, a este paso, se va a convertir en obsesión para el Córdoba. Desde luego, ayer lo tuvo muy cerca contra el Elche. Se puso 0-2 cubiertos los 60 minutos de partido. Por lo tanto, hizo algo más que acariciar tres puntos que le habrían servido para quitarse una losa psicológica y también salir de los puestos de descenso en los que está anclado desde que comenzó la Liga. Pero no. Volvió a pagar muy caros sus despistes en defensa, porque eso en Primera es sinónimo de castigo.
Por eso, el conjunto blanquiverde acabó con sensación de derrota el partido. Y también sus seguidores, que ven cómo pasan las jornadas sin conseguir un triunfo que les dé señales para la esperanza de que estar en Primera no será algo efímero. Con todo, el hecho de sumar le permite no desengancharse de la pelea, porque una derrota hubiera supuesto quedarse a más de un partido de la zona de salvación.
Casi no hubo tiempo para una carta de presentación. El Córdoba, con cuatro cambios en relación al último encuentro ante el Deportivo, se encontró a los cinco minutos de partido con un penalti en contra. Claro. Porque Pantic se vio obligado a derribar a un Cristian Herrera que enfilaba a Juan Carlos. Por suerte, el alcarreño, como en otras ocasiones, salvó la pena máxima con éxito gracias a sus rodillas y a un deficiente lanzamiento de Jonathas.
Para los blanquiverdes era como un volver a empezar. Mientras que para los franjiverdes, el Elche, supuso un mazazo en toda regla. Se quedaron deambulando por el campo, algo que sí supo agradecer el Córdoba. Quería jugar desde atrás, desafiando la presión de los locales, para llegar. Y a los pocos minutos le vino el gol que corroboraba esas sensaciones de equipo «de verdad» predicado por Djukic durante la semana. Porque así nació el gol de Fidel tras un gran desmarque al espacio libre para aprovechar un pase de Borja García que se convirtió en asistencia. Por cierto, el onubense fue tan frío en la definición como en la celebración por aquello del respeto a la que fue su afición. Aunque, obviamente, el gol en esos momentos alcanzaba un valor incalculable más allá de los teóricos tres puntos.
Tal vez, eso fue lo que llevó al Córdoba a cambiar algo el discurso. Se dedicó a ser ordenadísimo, aplicado y, sobre todo, eficiente para evitar que el Elche se dispusiera a merodear a Juan Carlos. Y lo consiguió, puesto que sólo un par de faltas laterales y una indecisión del meta parecieron reseñables en una fase de nervios local. De hecho, hasta se llegaron a escuchar pitos al equipo de Escribá.
Con todo, hubo un mayúsculo sobresalto a tres minutos del descanso. Entonces, en otra jugada de prolongación (como la del penalti), Jonathas se dio la media vuelta para golpear y su obús se topó con la mano de Juan Carlos y el larguero. Por suerte, el decorado del partido no cambió. Continuaba el 0-1, seguía conservando el botín.
Y éste se hizo mayor nada más comenzar la segunda parte. Porque Fede Cartabia sacó su versión angelical para hacer un gol celestial, si bien necesitó de la inestimable ayuda de Borja, nuevamente sublime en el pase final. Así, a los 15 minutos el Córdoba ganaba 0-2 y el banquillo estallaba con motivo.
Y más porque al comienzo de este episodio pareció que el encuentro se le podía hacer demasiado largo. El Elche salió con un brío distinto, acorralando. Sin embargo, ese gol podía ser un pasaporte a la alegría final. Pero entonces se torció el asunto. Fajr irrumpió con fuerza y Pinillos le propinó una aparatosa patada dentro del área. Penalti nuevamente indiscutible. Y en esta ocasión lanzó Lombán sin contemplaciones, aunque Juan Carlos le adivinó la trayectoria. Pero era prácticamente imposible de parar.
Por lo tanto, nueva ración de sufrimiento. Otro partido largo por disputar. Escribá arriesgó en el cambio dando entrada a Pasalic por Coro, algo de lo que se percató Djukic, quien preparaba a López Garai y Fede Vico. Eso sí, el cordobés era por otro motivo: evitar que Cartabia, bullanguero como siempre, no viera una segunda amarilla. Mientras se hacían los preparativos, un centro de Cisma y gol de Jonathas. 2-2. Quedaban 16 minutos en los que lo mínimo era conservar el punto, amargo, pero necesario.
Porque el Elche trató de seguir empujando, pero sin más. Mientras, el Córdoba hasta soltó pequeños latigazos con Fidel y Ghilas como protagonistas, pero no encontraron ni el gol, ni la victoria, ni tres puntos. De ahí que al final no se diera por malo el punto y hasta Caballero tuvo sus primeros segundos como jugador de Primera, aunque fuera para perder tiempo. Como consuelo (triste): un punto que mantiene el enganche con los rivales directos. Sólo eso.