Director de Medina Azahara
José Escudero: «Hay que relativizar las parcelaciones; existen, pero se lograron paralizar»
El responsable de la ciudad palatina aborda los retos principales y el dossier de la candidatura
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—¿El camino para ser Patrimonio de la Humanidad se ha empezado demasiado tarde?
—Bueno, también dice el refrán que nunca es tarde si la dicha es buena. Este era el momento y ha ocurrido ahora. Podría haber ocurrido antes, es cierto, pero también podría haber ocurrido muchísimo después.
—¿Ha perdido valor la declaración de Patrimonio de la Humanidad desde los años 80, ahora que la tienen muchos bienes en todo el mundo, y tantos en España?
—No lo creo. La masificación de la lista representativa no implica estrictamente su vulgarización. Lo que está ocurriendo es que hay cada vez mayor conciencia sobre nuestro patrimonio, ya sea natural, cultural, o de cualquier otro tipo. No creo que eso le quite importancia.
—El problema de las parcelaciones próximas es uno de los posibles obstáculos. Algunos piensan que puede ser un problema para la declaración y otros creen que la protección ayudará precisamente a frenar su crecimiento. ¿Cómo lo ve?
—Las parcelaciones están ahí, pero no tan cerca y son limitadas las que afectan al entorno de Medina Azahara. Las que afectan más están dentro del área declarada Bien de Interés Cultural en el año 2006, y eso significa que la protección jurídica se amplía a ellas, así que seguirán paralizadas. A día de hoy no hay perspectivas ciertas de que el problema vaya a reactivarse. Hay que relativizar la incidencia de las parcelaciones: es evidente que existen, pero desde los poderes públicos se ha hecho el trabajo de paralizar el proceso.
—¿Es Medina Azahara lo suficientemente conocida?
—Quizá no todo lo conocida que debiera, pero Medina Azahara tiene una proyección internacional indudable. De hecho, aproximadamente un tercio de nuestros visitantes son extranjeros. Principalmente europeos, pero últimamente, sin que haya un estudio estadístico preciso, estamos notando la llegada de población de otros continentes. Siempre la ha habido, pero ahora viene gente de sitios como Malasia, aunque esto es una apreciación muy intuitiva. A pesar de que muchos cordobeses puedan no haber venido nunca a Medina Azahara —cosa que me extrañaría—, forma parte del inconsciente colectivo. Confío en que las nuevas tecnologías faciliten el conocimiento.
—¿Es entonces más famosa por nombre que conocida en realidad?
—Es un sitio complejo desde el punto de vista del conocimiento. Muchos de los esfuerzos se invierten en la difusión, en hacerlo accesible, inteligible. Todo patrimonio arqueológico, por su propia fragmentariedad, es difícil de entender. Nuestra función es proporcionar al público los instrumentos para hacerlo inteligible. Puede ser famoso y ser menos conocido, pero el que ya se tenga una referencia significa que se empieza a conocer. Nuestro objetivo tampoco es que todo el mundo conozca perfectamente Medina Azahara, ni siquiera nosotros podemos presumir de eso.
—Hace unos años se hablaba de que había más interés en consolidar y estudiar lo que se tenía que excavar en más sitios. ¿Sigue siendo esa la prioridad?
—Las prioridades van cambiando. Eso era un criterio esencial, porque hay algo que es fundamental en patrimonio, que es garantizar la conservación antes de excavar. Fue la dinámica de Medina Azahara en los últimos 30 años. Durante la etapa anterior, desde 1911 hasta 1982, el proceso de excavación del yacimiento, fue frenético sobre todo en los años 60 del siglo XX. Eso puso al descubierto aproximadamente unos 200.000 metros cuadrados, que había que consolidar. Eso es clave. Si no se interviene se cae, se rompe y desaparece.
—Y hay que conservarlo.
—Hay que garantizar no sólo la conservación, sino la musealización. Ese proceso se inicia en los años 90 y ha llevado su ritmo, en el que todavía estamos inmersos. El proceso de musealización tiene por objetivo hacer inteligible el sitio para el público. Si esto no estuviera abierto, no tendría ningún sentido. Una vez que termine el proceso podremos hacer otras cosas, pero eso no significa que no se pueda simultanear la musealización con la ampliación del área excavada. Pero eso forma parte de una estrategia de recuperación del sitio, y hay una serie de criterios, de objetivos, que tienen que ver con el conocimiento y la investigación. No es tan sencillo.
—¿Se reciben respuestas de visitantes que digan si lo han entendido tras ese esfuerzo por hacerlo inteligible?
—El estudio que se hizo del público entre 2006 y 2008 recogía las opiniones, y ahora ya está antiguo, pero realmente sí entendían el yacimiento, sí se entiende Medina Azahara y cuál es la estructura general del sitio. Aunque pueda parecer laberíntico no es tal, es una estructura urbana muy bien planificada, y eso sí creo que se ha sabido plasmar en las intervenciones de conservación y de musealización.