Música
El «Rafael Orozco» baja el telón hasta el próximo curso
Críticas tan extraordinariamente entusiastas a Javier Perianes como las que pueden leerse en ciertas revistas especializadas en las que se califica cada grabación suya como hito de la discografía y, a propósito de Beethoven, se le llega a comparar nada menos que con Backhaus o Gilels, no le benefician. Semejantes razonamientos no parecen serios y generan además en cierto sector del público expectativas difícilmente alcanzables.
Por eso el que firma este artículo se encuentra en estos momentos en la tesitura de si opinar acerca de un buen —aunque sobrevalorado— pianista, que por motivos que no alcanzo a entender ha sido laureado y premiado como pocos y que disfruta de unas oportunidades y de un apoyo mediático que legiones de colegas suyos, con su mismo o mayor talento, jamás habrían podido imaginar en los más delirantes de sus sueños, o de si debe ser juzgado como si realmente del mismísimo Gilels del siglo XXI se tratara.
Pero si nos centramos a lo estrictamente ocurrido el viernes en el Teatro Góngora, el músico onubense volvió a seguir su guión acostumbrado: salir al escenario, crear su intimista clima sonoro y, a partir de ahí, pasar por las obras con indiscutible limpieza técnica, bonito fraseo y atención a los detalles que él considera oportunos, contando para ello con una estudiadísima y afectada puesta en escena que le lleva indefectiblemente al éxtasis. Pero, particularmente, no puedo evitar percibir que todas las obras me parezcan casi la misma, que no me llegue y que me aburra.
Del recital del día 21 destaco por encima de los demás trabajos las interpretaciones del «Preludio y Fuga» de Mendelssohn y del bis, una «Pieza Lírica» de Grieg muy bien planteada y que entusiasmó como siempre a sus incondicionales, que hay que reconocer que son bastantes y que el otro día disfrutaron de la oportunidad de que nuestro artista les firmara discos al finalizar la velada.
Y con el exitoso concierto de Javier Perianes concluyó la decimotercera edición del «Festival de piano Rafael Orozco» el cual, con un presupuesto de poco más de 30.000 euros (¡un cuatro por ciento del de la guitarra!), ha elevado el nivel cultural de Córdoba durante el mes de noviembre a lo más alto, dejándonos noches sin duda de ensueño. Enhorabuena a la organización y a los artistas, todos soberbios, por las semanas que nos han regalado. Todo un lujo.