El Martínez Valero, una conquista obligada
El Córdoba necesita ganar a domicilio al Elche para no perder de vista en la tabla el objetivo de la permanencia
Elche y situación límite. A la afición blanquiverde le cuesta diferenciar estos conceptos. Lógico. El fútbol insiste en unirlos. La historia se repite. Este año, en Primera, el peligro se llama descenso. El Córdoba sólo ha consumido once jornadas, pero el margen de error se le empieza a agotar. Los hombres de Miroslav Djukic necesitan urgentemente el triunfo. Cualquier otro resultado les obligaría a pasar otra semana en lo más profundo de la clasificación. Para tomar aire, no les queda otra que asaltar el Martínez Valero.
Las conquistas de Elche suelen dejar un regusto especial en el cordobesismo. Saben a épica, a rivalidad añeja y, en ocasiones como la de esta tarde (19.00 horas), a auténtica vida. El empate a cero de la fase de ascenso de 1997; el gol de Sérvulo que sirvió para remontar (1-2) y mantener una semana más en Segunda al Córdoba en 2005; el tanto de Borja a la media vuelta que confirmaba que el humilde equipo de Paco Jémez podía con los gallitos de la categoría de plata en el curso 11-12... Cuando la necesidad apremió, el equipo blanquiverde supo clavar su bandera en territorio ilicitano.
Los precedentes pueden servirle hoy de inspiración, pero no bastará sólo con eso. Ambos conjuntos han dispuesto de dos semanas para preparar el duelo a conciencia. Momento para estudiar la situación y explotar los puntos débiles del adversario. ¿A qué equipo le angustiará más el paso de los minutos con cero a cero en el marcador? El fútbol y la psicología se darán la mano. La pregunta parece más propia de una final o, al menos, de un tramo liguero mucho más avanzado. Pero lo cierto es que el Córdoba está obligado a atacar. Djukic aseguró en rueda de prensa que saldrá «a por el partido». Eso sí, también se encargó de borrar de la mente de su plantilla la palabra «obsesión».
Si la sed de triunfos se convirtiese en ansiedad, las opciones de ganar del Elche se dispararían. Los locales ya huelen la sangre cordobesista. Los contragolpes franjiverdes serán una amenaza constante. Para conseguir los tres puntos, el cuadro califal habrá de mantener la cabeza fría. Por mucho que duela el paso de los segundos en el reloj del colegiado, por mucho que pese la condición de colista.
Abrir el cerrojo ilicitano no resultará fácil. La zaga de los de Fran Escribá sólo ha encajado un gol en las últimas dos jornadas (de penalti, frente al Espanyol). No se esperan sorpresas en la alineación franjiverde. El capitán —y protagonista de aquel Córdoba-Elche del codazo a Charles— Edu Albacar podría ceder su puesto en el lateral izquierdo a Domingo Cisma. Por lo demás, todo apunta a la continuidad de un 4-4-2 que por fin ofrece síntomas de un correcto acoplamiento.
Esa estabilidad rara vez existe sin resultados positivos. Por eso, el Córdoba estrenará su decimosegundo equipo titular en doce jornadas. En medio de la revolución permanente, de la búsqueda de soluciones inmediatas y con el ilusionante recuerdo del último amistoso en la mente; Djukic reinventará su once y, probablemente, también su sistema.
El adiestrador califal admitió que Deivid había aprovechado su oportunidad. El central canario, lejos de hundirse tras salir incluso de la terna de sustitutos de Íñigo López y Pantic, sorprendió a propios y extraños con una meritoria actuación como mediocentro frente al Málaga. Los entrenamientos a puerta cerrada dificultan las conjeturas. Una de las ventajas del Córdoba tiene que ser la sorpresa, y las cartas de Djukic no están claras. Si el serbio no ha ido de farol durante la semana, Deivid acompañará a Abel Gómez en el doble pivote.
La inclusión del ex de Las Palmas supone una drástica ruptura con la línea de cuatro defensas que, hasta la fecha, se han encargado —con más o menos éxito— de sacar el balón jugado. Deivid, a modo de líbero, asumiría responsabilidades en esa faceta del juego. Aunque la misión de dar fluidez y ritmo a la pelota, cuando el Córdoba sobrepase la línea divisoria, volverá a recaer en Abel. Al menos, de inicio, ya que la otra gran novedad de la convocatoria blanquiverde es la de Carlos Caballero.
El organizador vallecano, que tampoco disputó ningún minuto oficial a las órdenes de Albert Ferrer, ha tardado cinco semanas en convencer al nuevo entrenador. Djukic colocó a Caballero en la mediapunta en el tramo final del amistoso de La Rosaleda, y de allí también salió reforzado el centrocampista, que fabricó el segundo gol cordobesista en los escasos quince minutos que estuvo sobre el césped.
En el plano táctico, la última gran incógnita afecta a la delantera. El 4-4-2 que utilizó la escuadra califal en el Vicente Calderón, pese al buen nivel ofrecido por Xisco y Ghilas, pierde enteros en favor de un 4-2-3-1 en el que Borja haría la labor de enganche y Fidel y Cartabia abastecerían desde las bandas al ariete Ghilas.
El examen de esta tarde no sólo mide la calidad del Córdoba o la fe de su plantilla. Pone a prueba la capacidad de sufrimiento de los futbolistas, la experiencia que han obtenido durante once jornadas sin éxitos y, en resumen, la competitividad del grupo. La permanencia en Primera depende de todos esos factores, vitales para salir triunfadores de campos como el Martínez Valero. La salvación se decide contra los rivales directos, los de esa «sub-liga» en la que ya se ha embarcado el Córdoba y en la que sólo suma empates (Almería, Getafe, Espanyol, Real Sociedad y Deportivo). La situación es límite. En Elche, después de muchos años, la conquista es obligada.