Lappí estudia una adquisición en México para reforzar su salto al exterior
La firma fabrica etiquetas para las grandes empresas del sector de la distribución
La fábrica de Lappí en Sevilla es, en cierto modo, como una gran sastrería. De sus distintas líneas de fabricación salen las etiquetas que visten las botellas de Coca-Cola, Habana Club, Schweppes, Mahou, Budweiser o Vichy Catalán; así como de los envases de La Piara, Granja San Francisco o los aceites de la marca de Mercadona (Hacendado) y de Hojiblanca. El pasado año el grupo presidido por Antonio Lappí culminó su expansión nacional con la adquisición de Gràfiques Llopart, una firma establecida en Sant Sadurní d’Anoia, en Barcelona, donde ya compró Gràfiques Martorell en 2004. Con estas dos operaciones ha ganado como clientes a las principales empresas del sector del cava, como Freixenet o Juvé y Camps.
Ahora ha llegado el momento de dar un salto cualitativo en el exterior, donde posee una filial comercial en Reino Unido. «Un 48% de nuestras ventas procede de forma directa o indirecta del mercado internacional, pero el objetivo es fabricar fuera para estar más cerca de los clientes», apunta Lappí. El primer paso podría ser en México en los próximos meses, ya que el directivo adelanta que existen conversaciones muy avanzadas con una empresa familiar de este sector cuyos ingresos anuales rondan los tres millones de dólares, pero de la que aún no puede revelar el nombre. «Hemos estado un año conociéndonos, los socios de ambas firmas compartimos una filosofía parecida y nuestro objetivo es hacer una joint venture para crecer juntos en América Latina y Estados Unidos, donde hay una demanda potencial importante». Este empresario sevillano apunta que «compartir el capital en esta filial será un paso histórico para Lappí, que tendrá que hacer un esfuerzo importante en la gestión y desplazar a parte de sus directivos para implantar su modelo y sus ratios de eficiencia». Si la operación tiene éxito, será la prueba de fuego para dar el segundo paso: acometer en 2016 una adquisición en el Reino Unido o Irlanda, «dos áreas importantísimas en el negocio de las etiquetas dada la potencia del sector de las bebidas».
Esta globalización de la compañía es uno de los pilares del plan estratégico entre 2015 y 2019, pero no el único. «Vamos a acometer una inversión que rondará los nueve millones y también queremos modernizar nuestras tres factorías». Otro punto clave es impulsar todas las áreas de negocio que aportan más valor añadido, como los denominados sleeves (fundas que se amoldan al envase mediante fijación térmica).
Las ventas del grupo han pasado de 14 millones de euros en 2009 a 19 millones en 2014, y la plantilla ha crecido un 14% en estos cinco años, desde 140 trabajadores a más de 160. Si se cumplen las previsiones de su hoja de ruta hasta 2019, los ingresos rondarán los 30 millones y el número de trabajadores superará los 250. «Nuestra historia nos dice que este objetivo es posible, ya que mi padre fundó la empresa en 1959 para hacer precintos para La Casera y hoy somos el líder nacional en nuestro sector», concluye.