En la mente de un virtuoso

En la mente de un virtuoso

El músico proyecta la imagen de Córdoba con su empeño de colocar al violín en el centro de la interpretación del flamenco

Montalvo tiene un plan. Ambicioso. Atrevido. Audaz. «Mi idea es convertir al violín en el centro de la interpretación del flamenco». El músico cumple veintidós años justo el día en el que pronuncia esta frase en su casa del barrio de la Magdalena. Una casa luminosa y espléndida hecha, diseñada a la medida de la disciplina artística a la que se ha entregado desde niño con una persistencia de opositor y una pasión transmitida por vía genética. «Soy un músico clásico pero tengo vocación de flamenco: siempre me ha gustado mucho», añade. El modelo es el de Paco de Lucía: «Él consiguió poner a la guitarra en un lugar protagonista». El proyecto ha tomado forma en el V Congreso de Mentes Brillantes que se ha celebrado en Madrid entre el 13 y 14 de noviembre y en el que el que Montalvo interpretó «Sevilla» de Albéniz con su violín y por bulerías acompañado por un cuadro flamenco.

El público para el que tocó no era cualquier público. Nunca lo es, pero en esta ocasión menos. Porque en el patio de butacas se sentaban cerebros llamados que han pasado a la historia del virtuosismo en diversos campos de la creación científica o artística. El padre del marcapasos, el inventor de las pantallas táctiles o el ideador de la foto finish o el helicóptero, por poner solo algunos ejemplos.

La carta de presentación de Montalvo en la cita internacional resume bien su trayectoria: «Se trata del violinista más joven en haber debutado en la sala principal del Carnegie Hall de Nueva York [tenía 18 años]. La crítica norteamericana y europea lo calificó como “Un músico deslumbrante”. A los 21 años lo describen como uno de los cuatro mejores violinistas del mundo. A temprana edad comenzó a tocar con su padre, posteriormente estudia con Yuri Petrossian y desde los 8 años con Néstor Eidler. Paco Montalvo continúa la tradición musical de los violinistas-compositores, realizando una extensa actividad musical». En esta última frase está cifrada una de las principales innovaciones del músico cordobés. Lo explica su padre, del que Paco heredó también el nombre: «A principios del siglo XX se perdió la figura del violinista-compositor, ya que el violinista pasó a ser solo intérprete, pero Paco ha roto esa tendencia, porque también compone», indica.

Pero Montalvo es algo más que un músico. A veces es solo un joven. A veces es solo un cordobés más. Un ciudadano como cualquier otro que mira a su alrededor y que saca conclusiones. Buenas y malas. De las que prenden el optimismo y de las que a uno le entran ganas de llorar, de no levantarse de la cama. Prevalecen las primeras. Este muchacho lleva la música dentro y la música es —casi siempre— una alegría. «Cuando llevo fuera de Córdoba una semana ya empiezo a echarla de menos, y al poco de volver ya siento la necesidad de irme otra vez: qué contradicción, ¿no?...», se pregunta en el salón de su domicilio.

Habla con una rotunda madurez de adulto si bien sus gestos, su mirada son los de un veinteañero recién llegado, como quien dice, a esa década de la vida. «Yo creo que Córdoba tiene mucho más que ofrecer de lo que ofrece: no podemos estar siempre mirando al pasado, hay que proyectar ese legado hacia el futuro, hacia la búsqueda de oportunidades empresariales, de ocio», reflexiona. «Sí, Córdoba es pequeña, pero no por tamaño, sino por la falta de movimiento, de actividad, de empresas, de ideas que entusiasmen a la gente a quedarse aquí», completa.

Inspiración

Cuestión aparte es la cantidad de sugerencias que este violinista encuentra en la ciudad en la que nació. «Claro... Córdoba inspira, me transmite paz, me siento en casa y eso es bueno para el espíritu, para crear... aunque fuera de España Córdoba no sea nada», bromea. «Pero, tranquilos, que aquí estoy yo para pasear su nombre», sonríe el compositor. Las herramientas que utiliza para tal propósito son sus cualidades musicales y, en concreto, la hibridación entre el instrumento con el que ha demostrado un virtuosismo fuera de lo común con el flamenco. «Uniendo ambas cosas podemos elevar los nombres de Córdoba y de Andalucía fuera de nuestras fronteras», afirma convencido. «Tenemos que ser capaces, entre todos, de proyectar la Córdoba del futuro», concluye y vuelve a sonreír. Es la sonrisa amable y laboriosa de una mente brillante.

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