Isabel Pantoja
A la tonadillera Isabel Pantoja se le ha acabado el tiempo, y ahora tendrá que purgar como cualquier hijo de vecino que cometa un acto ilícito, su penitencia. Y ésta es, en su caso concreto, dos años en presidio. De nada le ha valido a Isabel Pantoja los continuos recursos y súplicas que han presentado sus abogados para evitar su ingreso en prisión. La Justicia, por una vez, se ha mostrado implacable, y ha ordenado su inmediato ingreso en presidio para cumplir su condena.
Debo confesar que el hecho de que la Pantoja ingrese en prisión por una pena de dos años, y careciendo de antecedentes penales, me ha chocado un poco, y máxime cuando tenemos al amigo Fabra que ha sido condenado a cuatro años, y todavía está en libertad. El delito por el cual ha sido encontrada culpable (ya que hay sentencia firme), blanqueo de capitales, es bastante grave. La Pantoja, que en sus mejores tiempos con Julián Muñoz (también condenado y en prisión) no dudaba (tanto en el Rocío, como por las calles de Marbella) en demostrar su apasionado romance con su expareja.
Tanto es así que la buena señora manifestó en la vista oral que «lo había hecho por amor, que estaba ciega, y que había sido engañada», y tan engañada como que no dudó en ningún momento en blanquear un millón de euros de los marbellís. Y ella fue consciente en todo momento de la ilegalidad de sus actos, de los que personalmente ella misma se lucró. Pantoja, como tanto otros personajes de esta querida España, es un botón de muestra más de lo extendida que esta la corrupción en nuestro país.
Para mi entender le ha caído poca condena, tendría que haber sido condenada a más años, pero en la Justicia y como dice el refrán, «los caminos del Señor, son inescrutables». Está bien que personajes como Pantoja cumplan su condena, que porque se crean que son famosos pueden pensar que están por encima del bien y del mal. Pantoja, después de esta experiencia, se lo pensará no una, ni dos, sino hasta tres veces, antes de entregar su corazón a otro hombre (vaya hacer que este también le engañe).
