LLUVIA ÁCIDA

PERDIENDO CACHOS

DAVID GISTAU

La intervención de Snchz arroja indicios sobre cómo ve él la fiscalía general: un apéndice gubernamental

EL extravío de casi todas sus vocales constituye una imagen de cómo Pdro Snchz parece ir perdiendo cachos como un meteorito al entrar en la atmósfera, que es la metáfora en la que se apoyó Umbral para contar el colapso de UCD. Que este secretario general que se hace retratar como un cantante melódico se haya convertido ya en un mero hacedor de frases livianas, calculadas para caber en un tuit, añade preocupación a la certeza de que el porvenir español necesita un PSOE con empaque, vocación institucional y una capacidad fundadora al menos semejante a la del partido que contribuyó en la Transición asumiendo incluso decisiones de Estado que podían disgustar a la parte más ideológica de su electorado. Un PSOE irrelevante, al pairo, está condenado a ser el cadáver del cual el populismo obtenga miembros para coser su Frankenstein.

La útima sesión de control reveló en este sentido que el PSOE de Snchz comienza a coquetear con la ambigüedad y el relativismo que fueron marcas de identidad de Zapatero. La democracia es tener cintura, decía Zapatero, ser flexible y mutante, de modo que ningún principio pasara de ser cosmético para no entorpecer el proceso de adaptación al interés inmediato. Esta relación tan maleable con los cimientos del sistema se vuelve potencialmente catastrófica cuando es el cumplimiento de la ley lo que se declara de importancia relativa y siempre subordinado al atajo político. Y más aún cuando el Estado debe responder a un allanamiento de la ley por parte del independentismo y restituir su prestigio a la convención legal que en los últimos tiempos ha sido definida en Cataluña como una mera herramienta de represión contra expresiones supuestamente más auténticas y tumultuosas de la soberanía popular. ¿Cómo hemos permitido que la ley sea tratada como un impedimento de la democracia? ¿Y cómo es posible que un partido de gobierno como el PSOE, sin el cual no puede explicarse el último ciclo histórico, contribuya a ello en el mismo Parlamento?

Y, sin embargo, lo ha hecho. Lo hizo Snchz el pasado miércoles cuando espetó a Rajoy que el actual no es tiempo de querellas, sino de política, como si la ley y la política pertenecieran a ámbitos disociados en los que la política se arroga el privilegio del quebranto de la ley, o de su relativización al menos. Por añadidura, al considerar la querella contra Mas como una acción política del gobierno, Snchz agrede una vez más la ya herida hipótesis de la separación de poderes e inflige un trato injusto al fiscal general que más ha combatido por mantener la independencia incluso contra las intromisiones del gobierno y por impermeabilizarse del tacticismo político. La intervención de Snchz arroja indicios sobre cómo ve él la fiscalía general: un apéndice gubernamental. No en vano, procede, como referencia reciente de cuando gobernó el PSOE, de aquel tiempo en el que, si Otegui era detenido, se acogía a sagrado preguntando: «¿Esto lo sabe el fiscal general?».

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