de los extremos

JAVIER ORTIZ DE LAZCANO

«Es un partido con un morbo especial», admite en su despacho de Ipurúa Álex Aranzábal, el presidente que ha llevado al Éibar a Primera. Mañana se vivirá una batalla de David contra Goliat con un balón por medio. A un lado, el más rico del mundo, el Real Madrid, un club con estrellas célebres en todo el planeta. Al otro, el más modesto de las grandes ligas de Europa, un modelo de gestión, la noticia más inesperada que ha dado el fútbol español en los últimos tiempos, jugadores cuyos logros apenas trascendían del pequeño valle guipuzcoano en el que está su ciudad.

El escenario añade impacto al partido. Construido sobre una antigua escombrera, Ipurúa tiene un aforo de 5.250 personas y uno de sus graderíos es provisional. Los aficionados llegan hasta él por escaleras mecánicas o callejuelas en cuesta.

A nadie se le escapa que uno de los asuntos que más inquieta a Gaizka Garitano, el entrenador local, es cómo frenar a Cristiano Ronaldo. Nunca las jerarquías estarán tan marcadas. El duelo más imprevisto está lleno de contrastes. No hay más que fijarse en los sueldos. Ronaldo es uno de los mejor pagado del mundo. Gana 39,5 millones de euros al año, 107.337 euros al día, entre su sueldo en el Madrid y los ingresos por publicidad.

Garitano colocará a dos jugadores sobre él, los vizcaínos Eneko Bóveda y Ander Capa, uno como lateral y el otro como interior. Este año han alcanzado la mejor ficha de su carrera: el salario mínimo de Primera, 129.000 euros, gracias a ser pacientes y escalar divisiones con un club al que el primero llegó en Segunda B y el segundo a su filial de Tercera. Cristiano se lleva en tres días 322.000 euros. Los que le intentarán frenar suman al año entre los dos 258.000. Y no se quejan. Capa cobraba 6.000 euros por todo el curso en 2011-12 en el filial. «Tenemos lo que tenemos y estamos contentos con ello. No puedes compararte con jugadorazos como ellos», dice.

No hay niño en Madrid que sueñe con cruzarse con Cristiano en un parque y ponerse a dar unas patadas al balón con él. Las estrellas blancas solo pisan la calle si hay un compromiso publicitario con el que hacer ‘caja’. El sábado dos decenas de chicos perseguían una pelota por la tarde en una céntrica calle eibarresa. De repente, apareció Dani Nieto. Tocó unos pocos balones y se fotografió con todos.

Salió a tomar el aire porque estaba aburrido en el piso de alquiler que le ha puesto el club y por el que la entidad abona en torno a 700 euros al mes. En las antípodas de los 5 millones de euros que pagó Cristiano por su mansión de 950 metros cuadrados en una de las urbanizaciones más exclusivas de España, La Finca, en Pozuelo de Alarcón. Un oasis de lujo blindado con calles privadas y servicio de basuras propio.

Lanzarote, un barcelonés del Español que estuvo en el Éibar en 2010, recuerda inolvidable su estancia en el equipo azulgrana. «Todos los futbolistas deberían pasar por allí. En el pueblo da lo mismo que seas jugador del primer equipo, carnicero o panadero». Jon Errasti, el mediocentro que hará frente al internacional Isco, es el único eibarrés del equipo: «La vida de un jugador de fútbol aquí es normal. Sales a la calle tranquilamente. La gente te respeta y no te atosiga. Las cosas han cambiado más para nosotros a nivel de repercusión deportiva que en nuestro día a día».

Acostumbrados a cruzar España de punta a punta en autobús, poco a poco comienzan a catar los lujos de la categoría. Ángel Zapico es un asturiano de Sama de Langreo que llegó a Éibar de joven para trabajar en la industria armera. Lo ha sido todo en el club: entrenador del juvenil, segundo entrenador, delegado y directivo. Ahora es el utillero. Señala a unas cajas vacías en el vestuario. «Hace unos años, cuando estábamos en Segunda B, los jugadores me pedían que les mandara sus botas estropeadas al zapatero. Ahora, les mandan los últimos modelos gratis cada dos meses».

«Somos hormigas»

El éxito del Eibar sirve como mensaje al mundo del fútbol. «Aquí empezamos por saber cuánto dinero tenemos antes de comenzar a hacer el presupuesto. Nunca gastamos más de lo que tenemos. Los demás lo hacen al revés», indica Aranzábal. En estos tiempos de ajustes, ha aumentado plantilla. Ha pasado de tener una persona a tiempo total y otra a media jornada fuera del área deportiva a contar con nueve en la administración. De nuevo, en las antípodas del Madrid, con 411 empleados no deportivos.

El Éibar no olvida que le ha hecho grande su economía doméstica. Es la célebre hucha del club. De cada año en Primera o Segunda se retira una cantidad para cuando vengan mal dadas. «Somos hormigas en un mundo de cigarras», resume. El Madrid no tiene que mirar al futuro. En su condición de club con más ingresos del mundo se puede permitir descomunales inversiones. Un año paga 96 millones por Cristiano, al siguiente una cifra muy parecida por Bale y éste 80 por James Rodríguez. El Éibar ha cerrado este verano el primer traspaso de su historia, 85.000 euros por Dani Nieto.

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