Tres años para el primer test

M. P. A.

El primer «asalto» a la Unesco es decisivo y dura un trienio de burocracia y colaboración institucional. Aun así, el rechazo a la candidatura abre un limbo eterno

Bajo el ritmo de la tortuga (sin prisa pero sin pausa), Medina Azahara tiene tres años desde ayer para su primer examen serio ante la Unesco. Es el cronograma teórico que el Ministerio de Cultura y la propia agencia de la ONU ofrecen a todos los bienes culturales que optan por el sello protector que reconozca sus valores universales. Tres años en los que la burocracia y el trabajo de despacho y moqueta no pueden despistarse, puesto que el yacimiento debe atravesar un proceloso camino de informes, contrainformes, valoraciones y acopio de documentación. Y aún así, cuando se consulta la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial en España en la que ha ingresado la ciudad palatina, puede ocurrir que pasen los lustros sin que la suerte acompañe al aspirante.

En ese inventario creado por el Gobierno en 1984, y con la inclusión del Sitio del Prado y El Retiro, el pórtico de Santa María de Ripoll, los bosques de hayedo y la propia Medina Azahara, hay una treintena de bienes. Algunos de ellos llevan hasta 18 años aguardando que la Unesco les conceda su denominación. Es el caso, por ejemplo, de la riqueza monumental de la Ribeira Sacra, conjunto de monasterios en los cursos de los ríos Miño y Sil en Galicia.

En todo ese tiempo ha recibido la negativa del Comité de Patrimonio Mundial, evaluador final. Una singladura que puede espantar el optimismo reinante tras la inclusión en el inventario español de la ciudad de Abderramán III. Otros siete bienes llevan catorce años en esta sala de espera.

Antecedente de Jaén

Y el caso más reciente con resultado negativo ha sido el de la Catedral de Jaén —en la Lista Indicativa desde 2012—, que retiró su candidatura «in extremis» para no quemar un cartucho, ya que el rechazo por parte de la Unesco obliga al paso de unos años hasta volver a poder presentarse. En el caso de Jaén, el órgano consultivo de Icomos realizó un informe en el que rechazaba que el templo entrase en la protección de Úbeda y Baeza.

Con este panorama, el reloj de arena empieza a contar para la Junta de Andalucía. Tres años de los que casi uno y medio servirán para que, por ejemplo, un miembro del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) examine la candidatura sin dejar a un lado las visitas al yacimiento.

El primer año transcurrirá en blanco de cara a la Unesco ya que es el plazo mínimo que debe estar en la Lista Indicativa antes de «asaltar» el título. Justo un ejercicio que debe servir para completar un expediente en el que se viene trabajando desde hace meses por parte de la Dirección del Conjunto Arqueológico y los servicios patrimoniales de la Consejería de Cultura.

En el segundo año se combinan dos vías de trabajo. Por un lado, la Junta de Andalucía tendrá que decirle al Gobierno que quiere presentar la candidatura de Medina Azahara a la Unesco. Entonces, el expediente viajará al Grupo de Trabajo I Patrimonio Mundial para haceru na primera evaluación, al igual que, si de forma voluntaria el Estado lo estima oportuna, se presente con rapidez ante el Centro de Patrimonio Mundial. El entendimiento y la cooperación institucional es clave, de igual forma.

Las consideraciones de ambos organismos tendrán que ser tomadas en cuenta. A la par, casi, el órgano evaluador hará su examen «in situ» prolongando sus conclusiones hasta el tercer año, donde la Administración autonómica tendrá que rematar el dossier y calibrar si ve opciones para acudir al Consejo de Patrimonio Mundial con el que se remata el trienio en cuestión.

Tres años para el primer test

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