Pobrezas humanas
Cada día es una página del libro de la vida. En ello, como en un bloc, vamos anotando las diferentes vivencias, dolores, éxitos, deslealtades… Vidas belicosas o endulzadas por la limpieza de nuestras almas.
Es un detener nuestras miradas, y centrarnos en la intimidad de lo que somos, viviendo a veces, en un silencio hablador y elocuente que nos abre nuestros propios sentimientos, y hace examinarlos, lealmente, de nuestras culpas y desvíos .
Es la pasión por las cosas que amamos o derivación de otros, que han ido formando o idealizando nuestra propia personalidad, encaminada hacia el bien, como parte de nuestra felicidad.
Habrá diversidad de situaciones: abandono, marginalidad, pobreza física, deslealtad, hostilidad… Todo un abanico de maldades y sinsabores, de ausencias de Dios, de desencuentros y vidas frustradas. Son tantas pobrezas juntas que, a veces, nos aturden y trastornan nuestro caminar, empobreciendo nuestro ser y dejándonos en el mayor de los abandonos.
La vida es un sufrir y un penar, pero hay luz en la arboleda, hay hijos que aman, y estrellas que iluminan. Hay sol y lágrimas, vientos que se cruzan y amores que vuelven aliviadores y eternos.
Y existe también la caridad franciscana, el servicio y acogida limpia y renovadora de todo mal.
Debemos mirar lo bueno para expandirlo como bien humano, espiritual y bello. Y también lo vetusto y feo, para purificarlo y renovarlo en ansias de libertad.
La vida ha de ser vivida desde el compartimiento, desde el servicio y el amor, en definitiva. Lo demás son meras falsedades, invitaciones disfrazadas de verdad y felicidad.…