Pobrezas humanas

JUAN REDONDO MUÑOZ

Cada día es una página del libro de la vida. En ello, como en un bloc, vamos anotando las diferentes vivencias, dolores, éxitos, deslealtades… Vidas belicosas o endulzadas por la limpieza de nuestras almas.

Es un detener nuestras miradas, y centrarnos en la intimidad de lo que somos, viviendo a veces, en un silencio hablador y elocuente que nos abre nuestros propios sentimientos, y hace examinarlos, lealmente, de nuestras culpas y desvíos .

Es la pasión por las cosas que amamos o derivación de otros, que han ido formando o idealizando nuestra propia personalidad, encaminada hacia el bien, como parte de nuestra felicidad.

Habrá diversidad de situaciones: abandono, marginalidad, pobreza física, deslealtad, hostilidad… Todo un abanico de maldades y sinsabores, de ausencias de Dios, de desencuentros y vidas frustradas. Son tantas pobrezas juntas que, a veces, nos aturden y trastornan nuestro caminar, empobreciendo nuestro ser y dejándonos en el mayor de los abandonos.

La vida es un sufrir y un penar, pero hay luz en la arboleda, hay hijos que aman, y estrellas que iluminan. Hay sol y lágrimas, vientos que se cruzan y amores que vuelven aliviadores y eternos.

Y existe también la caridad franciscana, el servicio y acogida limpia y renovadora de todo mal.

Debemos mirar lo bueno para expandirlo como bien humano, espiritual y bello. Y también lo vetusto y feo, para purificarlo y renovarlo en ansias de libertad.

La vida ha de ser vivida desde el compartimiento, desde el servicio y el amor, en definitiva. Lo demás son meras falsedades, invitaciones disfrazadas de verdad y felicidad.…

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