Nuevo dueño para la casa de Manolete
El cierre de Marín-Hilinger obliga a vender el inmueble, que fue también vivienda familiar de Ortega y GassetDesde 2006, existe un proyecto para edificar parte de la finca preservando el chalé que compró y reformó el torero

La desaparición por liquidación de la promotora Marín-Hilinger ha dejado en el aire la propiedad de uno de esos edificios de la ciudad que se llaman icónicos. Lo que es seguro que la casa de la avenida de Cervantes, número cinco, cambiará de dueño. Ese fue el último domicilio antes de su fallecimiento de Manuel Rodríguez Sánchez «Manolete». Allí residía junto a su madre, doña Angustias Sánchez, y en aquellas salas se montó la capilla ardiente previa al multitudinario entierro del torero cordobés, muerto por cogida de «Islero» en la plaza de toros de Linares.
Los pasos administrativos a seguir están tasados en la legislación y, lo que es seguro, es que la casa cambiará de dueño. La negativa de los acreedores a mantener viva la empresa obliga a planificar la venta de los activos de la promotora, que tienen una valoración superior a cien millones de euros, para paliar las deudas que ha generado la empresa, que supera esa cantidad. La práctica habitual es que salga a subasta de forma que el mejor postor se queda con la vivienda.
Uno de los problemas que tiene esta operación es que la casa —que antes de Manolete fue la vivienda familiar del José Ortega y Gasset— se encuentra colocada como garantía hipotecaria y, al parecer, por una cantidad importante. Fuentes consultadas explican que el proceder habitual en el caso de los procesos de liquidación es ir a venta directa. Si falla, se realizan sucesivas subastas por un tipo cada vez menor hasta tanto se halla un comprador. Ahora bien, si la cantidad de la hipoteca superara el valor fijado para la venta de la casa, se la quedaría la entidad financiera responsable del crédito, que decidiría su destino.
El chalé de Manolete fue adquirido por Marín-Hilinger como sede social tras una larga polémica ciudadana, sobre todo en el sector taurino, que denunciaba la ausencia de interés por custodiar el legado del diestro. Las administraciones siempre se negaron a intervenir porque la casa nunca ha dejado de ser privada.
La vivienda, de estilo colonial, la levantó el periodista Ortega Munilla, padre de Ortega y Gasset, en 1890. La razón es que su esposa tenía problemas de salud y los médicos le aconsejaron cambiar de clima. La familia del autor de «La rebelión de las masas» residía en el inmueble por temporadas. Posteriormente, fue propiedad de Rafael Cruz-Conde, que fue quien se la vendió al torero en 1942. La rehabilitación la realizó Carlos Sáenz de Santamaría, arquitecto del Consistorio durante tres décadas.
Marín-Hilinger tenía planes urbanísticos para la finca. La vivienda está protegida por el Plan General pero la parte posterior de la casa —parcialmente ocupada— dispone de una elevada edificación por la ordenanza de zona. En 2006, la promotora encargó al despacho de arquitectura de Luis Giménez Soldevilla un proyecto para realizar un edificio de nueva planta anexo a las traseras de la casa de Manolete. La empresa había colocado este activo en su propuesta para salir del concurso de acreedores como respaldo para levantar cabeza. Las entidades que esperan cobrar no han sumado el 51 por ciento necesario para que se aprueba la propuesta que consistía en una quita de la mitad del débito con un plazo de pago de un lustro.
La propiedad de la vivienda ha sido objeto de comentarios en los últimos meses. Se ha dicho que el torero José Tomás estuvo interesado en adquirirla y que llegó a realizar gestiones para ello por medio de contactos en la ciudad como Vicente Amigo. Los taurinos siempre han temido que caiga en malas manos y que, en el futuro, no quede una huella del palacete del diestro cordobés.