DESDE MI RINCÓN
Espejismos
La desesperación puede hacernos tomar un rumbo equivocado y meternos por un camino en que «podemos» perder lo que tanto costó lograr en España
DICE nuestro diccionario que «espejismo» es la ilusión óptica que debida a la reflexión total de la luz, invierte los objetos lejanos aparentando estar reflejados en agua. Imagínese el lector lo que puede sentir aquel que extraviado en el desierto, este fenómeno físico le muestre en lontananza un posible lago o un pequeño charco. Si su vida pende de un sorbo de agua, será difícil, no imposible, convencerle de que antes de correr y arriesgar las pocas energías que le quedan, mire bien lo que la vista le pone delante, no sea que, en su desesperación, el remedio que busca sea peor que la carencia que soporta.
Creo no equivocarme si vuelvo a decir que somos muchos los ciudadanos que echamos de menos ejemplaridad, honradez, dignidad y, a veces, hasta vergüenza, en muchos de nuestros dirigentes. Decía en anteriores columnas que reconociendo que no toda la clase política es así, sí que se ven pocos actos ejemplares y de dignidad personal entre sus miembros. Frecuentemente observamos cómo en los partidos se juzgan las cosas y acontecimientos, no por los hechos en sí mismos, sino por el color político de quienes los realizan. Y cuando esto sucede, sus afiliados aplauden o callan ante semejante proceder. Esto nos hace perder la esperanza e ilusión en los cambios que son necesarios en las personas que nos dirigen, para que todo pueda volver a ser como lo fue al inicio de esta historia democrática. También son muchos los españoles que han perdido el optimismo en un futuro en el que sus hijos o su familia vuelvan a recuperar la seguridad y calidad de vida que nunca debieron perder. Ya inmersos en el desierto que atraviesa España por culpa de unos pocos corruptos, indeseables y torpes administradores, políticos y no políticos, pueden aparecer ante nuestros ojos peligrosos espejismos que nos hagan ver falsas soluciones a un sistema que, de momento, se muestra incapaz de «autoregenerarse». Porque nadie cree que los prebostes y satélites que manejan los partidos políticos existentes, sean capaces de forma voluntaria de hacerse el generoso y necesario haraquiri que dé paso a personas con mayor empatía con los ciudadanos y con maneras diferentes de entender y practicar la democracia.
Decía Maquiavelo que «pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos». Cuando la desesperanza y las carencias de ejemplos nos agobian y angustian, todos estamos obligados a ser más cautos antes de cambiar de ruta en busca de soluciones mágicas. La desesperación puede hacernos tomar un rumbo equivocado y meternos en un camino en el que «podemos» perder lo que con tanta renuncia y esfuerzo consiguió España hace años. Los españoles debemos valorar mucho, la libertad y la paz que en la actualidad, aunque con salvedades, estamos disfrutando.