EL PULSO DEL PLANETA
Un bicornio napoleónico para el rey del pollo coreano
T. K. Lee, presidente del gigante de congelados Harim, ha pagado casi 1,9 millones de euros por el sombrero con el que Napoleón Bonaparte ganó muchas batallas
Arrumbados en los principescos trasteros de Mónaco, adorados en las vitrinas de los más peregrinos museos nacionales, los penúltimos despojos de Napoleón se compran y se venden como escarapelas de nuevas batallas que se libran en los modernos mercados mundiales. La subasta pública, celebrada en Fontainebleau el pasado fin de semana, de unos mil objetos que pertenecieron a Bonaparte y que estaban en propiedad del principado de Mónaco ha tenido un éxito inesperado.
Gestor del patrimonio nacional de Mónaco, el Príncipe Alberto II pensó hace tiempo que la colección familiar de chucherías napoleónicas no aportaba gran cosa a la imagen de su diminuto reino, que hoy busca su encaje en la nueva geografía mundial del lujo y el ocio cosmopolita. Y decidió subastar esa colección, heredada de su padre y su abuelo.
A la postre, la operación comercial ha resultado ser muy feliz. Las mil chuches subastadas aportarán unos 10 millones de euros al erario público monegasco. Con la venta, el emperador francés entrará en la imaginería de la última generación de conquistadores del comercio planetario.
Tras la subasta, Viviane de Witt, accionista de referencia de la marca suiza de los relojes De Witt, anunció como un gran triunfo la adquisición de unas mechas de cabello napoleónico para, según confesó, su nuevo objetivo comercial: «Vamos a poner pelos de Napoleón en una serie de relojes de gran lujo. Serán piezas de excepción, vendidas a unos 10.000 euros». «¿Pelos púbicos?», preguntó, impertinente, una joven colega británica. «Señora, por favor. El pelo púbico de Napoleón ya no está a la venta», replicó De Witt.
Mucho más ambiciosa, la cadena surcoreana Harim, la multinacional del pollo congelado, ha pagado 1.884.000 euros por uno de los 19 bicornios conocidos del emperador, inmortalizado en incontables retratos con el sombrero de dos picos que forma parte de su leyenda. T.K. Lee, el presidente de la cadena, comentó el alcance estratégico de dicha compra en los siguiente términos: «Napoleón ganó muchas batallas. Harim es el rey del pollo coreano. Nosotros también aspiramos a ganar muchas batallas en el nuevo mercado mundial del pollo congelado».
Harim utilizará su compra como nueva imagen de marca: el sombrero con el que Napoleón ganó muchas batallas, a sangre y fuego, en toda Europa será el símbolo de las batallas que el «rey» coreano del pollo congelado aspira a ganar en los frentes comerciales de los cinco continentes.
En crisis, incumpliendo siempre los objetivos de Estado del Pacto Fiscal Europea, Francia y sus museos solo pudieron comprar dos chucherías napoleónicas. El castillo-museo de Malmaison, a 12 kilómetros de París, pagó 25.760 euros por un dibujo de la emperatriz Josefina, y el museo Bonaparte de Ajaccio, en Córcega, desembolsó 8.750 euros por un angelote de marfil que Bonaparte regaló a su esposa para intentar acallar sus bien justificados celos. Las ajadas glorias imperiales no son lo que fueron.