Ridículo Paulino RiveroOtro que se sube al tren del populismo
El presidente canario, Paulino Rivero, se ha convertido en un político rayano en lo patético. Incapaz de resolver los problemas de su comunidad, su estrategia es tan vieja como inútil: levantar cortinas de humo para desviar la atención. Su ofensiva contra las prospecciones petrolíferas ya le han valido el revolcón del Constitucional, pero –inasequible al desaliento– insiste en seguir haciendo el ridículo. Bien está que visite en el hospital a la ecologista herida en el incidente con la Armada, pero de ahí a utilizar lo ocurrido como ariete para atacar al Gobierno hay un trecho muy grande, tanto como la demagogia de quien ha decidido enarbolar la bandera del populismo.