«Ni mesa sin pan, ni ejército sin capitán»
Nos aconseja no prescindir de lo esencial y básico. Todo en la vida tiene un principio y un fin. Existen cosas básicas y esenciales para toda vida humana. Y a cada una de ellas debemos darle respuesta necesaria, conforme a derecho y virtud.
«Ni mesa sin pan, ni ejército sin capitán». Es ese alimento o nutrición necesarios que nos proporciona la estabilidad de nuestras funciones orgánicas, que nos van a facilitar un estado de bienestar y acomodo físico, ayudando al crecimiento propio y a un mejor servicio hacia los demás.
Un ejército sin capitán y caudillo se resquebraja y fallece a falta de dirección. Por ello, todo en la vida, y en todo estamento e institución deberá de existir personas responsables como parte esencial para ejercitar los derechos y obligaciones a tales servicios. Lo demás, enloquece y desvirtúa, creyéndonos invulnerables y suficientes, sin saber que somos meros instrumentos en las manos de Dios.
Abracemos lo principal, lo necesario y hasta lo más pequeño, porque todo junto consigue mayores cosas o resultados, en favor propio y de nuestros semejantes.
Son recursos básicos de nutrición y de vivienda, que todo ser humano debe exhibir y ostentar como necesidad para su vida y buen desarrollo.