EL ESTILITA
IMPLACABLES
Nada es ni ha sido posible sin que el conocimiento de la nomeclatura
EN Andalucía todo se desmadeja desde Sevilla y se extiende enredado por la región. No hay puntada sin hilo que no provenga del mismo origen en el tema de la corrupción. Sevilla es madre y maestra y allí aprendemos, cuando no plagiamos, todo lo que sabemos los andaluces tanto en lo bueno como en lo malo. El cogobierno de Plaza Nueva —en el que ejercía de meritoria Susana Díaz— montaba la trama de Mercasevilla, de la que ahora descubrimos que una de sus derivadas tocaba Córdoba, del mismo modo y en el mismo tiempo que el gobierno de San Telmo patrocinaba o ideaba la perversión integral del sistema social a través de los ERE. Lo particular y lo general en comandita trabajaban y trabajan no por un fin que justifique los medios, sino por unos medios que justifiquen el fin. Tal es el sentido totalitario que afecta a la corrupción del régimen político andaluz. Y es cierto que los socialistas, apoyados por los comunistas, han insistido durante treinta años, implacablemente, sin desmayo, en esta línea de actuación. Ahora anda la cosa entre Alaya y el Supremo, o sea, entre lo particular y lo general. Entre coger sólo a los chicos o coger también a los grandes. Pero son lo mismo. Esto es una relación de persona a persona en distintos niveles con la misma intención. Cuando Susana miraba arriba veía a Monteseirín que miraba al lado y veía a Rodrigo Torrijos comiéndose una monumental mariscada, pero éste, a su vez, miraba a todos los lados que le habían reído la gracia y se sorprendía de que ya no se la rieran una vez denunciada la aventura por ABC. Aquí todos somos culpables de lo que sabemos y de lo que ocultamos, aquí somos todos conscientes de que la corrupción fluye alrededor y se nos mete en el cuerpo a la menor oportunidad con la misma facilidad que un gin-tonic en los entresijos de Guerrero y, cuando sale, sale como un pedo que no deja a nadie cercano sin hedor.
Encausados o imputados —diga Llera lo que quiera—, qué más da. Lo importante es que todos los que estaban vuelven a estar. Porque nada sucede sin una relación causa-efecto, ni nadie se corrompe sin escuela. Que Chaves y Griñán estaban al cabo de la calle, lo dice la propia calle. Un solo socialista corrupto que me diga que se corrompió por motus propio y salvaré al socialismo. Un solo socialista honrado que me diga que no se corrompió por ellos y salvaré también al socialismo. Pero ni lo uno ni lo otro es posible en Andalucía. Aquí, tanto los socialistas corruptos como los honrados saben que nada es ni ha sido posible sin el conocimiento de la nomenclatura y que lo posible siempre ha sido lo que el aparato decidía que lo fuera. El problema de los partidos podridos es que viven como si el retrete fuera responsable de lo que excretan.
Pero ahora les ha rebosado la podredumbre. Es la tierra entera de Andalucía, y allende, la que se anega de miserias socialistas. Es demasiado tiempo el que han estado haciendo de su política un sayo creyendo que nadie los despojaría. No se equivocaban respecto a la oposición popular, pero acaso no habían contado con que todavía vivimos en un estado de derecho que, pese a ellos, aún puede ser implacable.