Dosis de confianza antes de un a final
El Córdoba encuentra argumentos para creer en la salvación en el amistoso frente al Málaga. Djukic prueba y la plantilla responde en todas las líneas
Domingo, 23 de noviembre, a las 19.00 horas. El cordobesismo ya no podrá borrarse esa cita de la cabeza hasta que eche a rodar el balón en el Martínez Valero. Nunca se sabe cuándo pasa el último tren en Primera, pero los jugadores blanquiverdes no quieren dejar escapar la oportunidad que se les presenta frente al Elche para aferrarse a la categoría. ¿Los objetivos? Ganar en Primera, superar a un rival directo y salir de la zona de descenso. Faltan siete días. Y el Córdoba tiene motivos para creer.
Quizá siempre los tuvo, pero no los encontraba. Obcecado o superado por la presión, el equipo pedía a gritos una terapia. Queda por ver si surte efecto —el Elche hará de termómetro—-, aunque, a priori, no pudo recibir mejor medicina que la del amistoso en La Rosaleda. Ante al Málaga, exhibió el Córdoba sus virtudes y apenas dejó ver sus defectos. Se demostró a sí mismo que está capacitado para ganar en campos difíciles, que posee argumentos para competir de tú a tú con muchos equipos de la élite del fútbol nacional.
Moral recargada
El aspecto psicológico recibió el viernes un refuerzo vital; aunque la dosis de confianza definitiva, la de verdad, sólo se adquiere en Liga. Un triunfo en Elche dejaría en anécdota once jornadas sin estrenar el casillero de victorias. Con nueve puntos, el Córdoba comenzaría una competición nueva, posiblemente fuera de la zona de descenso, igualado con sus rivales directos. La ilusión volvería a El Arcángel y el estado anímico del vestuario quedaría sanado de una crisis que podría haber hallado en tierras malagueñas su primer antídoto.
Seguridad atrás
La plantilla ha descubierto el único camino que, de momento, le ha llevado al triunfo contra un Primera. Todo pasa por la seguridad defensiva. Xisco lo confirmó en la zona mixta del estadio malagueño.
El Córdoba ha mantenido su puerta a cero durante dos de los cuatro partidos de la era Djukic. Con el técnico serbio, empató a uno frente a la Real Sociedad, encajó cuatro tantos en su visita al Atlético de Madrid y echó el cerrojo en sus dos últimos enfrentamientos (Deportivo de La Coruña y Málaga). No resulta fácil para los rivales romper la línea defensiva de los blanquiverdes con el balón jugado. Tres —cuatro, si se tiene en cuenta el primer gol del Atlético— de los cinco goles que ha encajado el Córdoba con Djukic en el banquillo nacieron en jugadas de estrategia.
Portería estable
El principal beneficiado de la mejoría en la retaguardia se llama Juan Carlos. El arquero alcarreño comenzó la temporada como uno de los futbolistas más destacados del equipo. Encajó pocos goles pese a ser el portero de la Liga que más disparos sufría sobre su meta.
Su participación se puso en entredicho precisamente a raíz del partido en el Vicente Calderón. Djukic, que confió en Juan Carlos, como ya lo había hecho Ferrer, nunca quiso oír hablar de debates en la portería. Lo zanjó primero para la prensa y le dio el viernes el carpetazo definitivo. Saizar cuajó una gran actuación durante la segunda parte contra el Málaga, pero volvió a quedar claro en La Rosaleda quién es el portero titular del Córdoba.
Alternativas arriba
No hay dudas en la propia área, pero sí que se abre, para alivio de Djukic, el abanico de opciones en la vanguardia. Ghilas ha ido a más. Su rendimiento permite hablar de uno de los grandes aciertos de la secretaría técnica califal. El argelino, ahora concentrado con su selección, se ha adaptado al puesto de ariete, pero también se ha entendido a la perfección con Xisco en el 4-4-2. El de Santa Ponsa jugó solo en punta contra el Málaga, y sus movimientos fueron muy útiles para el Córdoba durante la primera mitad.
Pero la sorpresa más grata para el equipo en ataque tuvo como protagonista a un chico del filial. Con Havenaar en el ostracismo, fue Florin Andone el delantero elegido por Djukic para el segundo tiempo. El rumano sacó petróleo de cada balón y se fue de La Rosaleda con un gol en su cuenta y las esperanzas del cordobesismo en el bolsillo.
Un banquillo enchufado
Las rotaciones funcionaron en todas las posiciones. Djukic aprovechó para experimentar con un nuevo esquema, en el que Deivid asumía la función de líbero, cuando la posesión de balón pertenecía al Córdoba, y se incorporaba al doble pivote, cuando atacaba el Málaga. Queda claro pues que el zaguero canario no entra en los planes del entrenador blanquiverde para quitarle el puesto a Íñigo López, Pantic o Bouzón. Aun así, Deivid cumplió en su nueva demarcación e hizo funcionar el extraño 3-3-3-1 que dibujó Djukic.
También unos metros por delante de su hábitat natural, en la mediapunta, tuvo su oportunidad Carlos Caballero. El vallecano, que apenas disfrutó de un cuarto de hora sobre el césped, no pudo ejercer como creador; pero jugó con sentido todos los balones que pasaron por sus botas y originó, con una recuperación y un elegante contragolpe, el 0-2 definitivo.