Orquesta de Córdoba

Sorprendente Sara Galán

F. JAVIER SANTOS

Si exceptuamos el formidable «Konzertstück op. 79 para piano y orquesta», al que todavía se le ha dedicado alguna pero residual atención, no deja de resultar curioso que pese a haber sido un destacadísimo pianista y de haber dejado para su instrumento la suficiente literatura de peso como para ser recordado de vez en cuando, la fama a Weber le haya llegado, aparte de por ser el padre de la ópera romántica alemana, por haber escrito conciertos emblemáticos para otros instrumentos como el clarinete, que además suelen quedar recluidos al estrecho marco de sus propios intérpretes. El jueves tuvimos ocasión de escuchar la maravilla de su concierto para fagot en una admirable versión a cargo de la ayudante de solista de nuestra Orquesta, Sara Galán.

Fue la fagotista madrileña la sorpresa de la jornada: joven, sonriente y elegante en su vestido negro, de notable presencia y de aún mejor predisposición interpretativa, disfrutó de su oportunidad e hizo disfrutar a los allí congregados con su sonido, su magníficas técnica y afinación y con una indiscutible capacidad de comunicación. Tras la vigorosa introducción orquestal del «Allegro ma non troppo» inicial, los primeros compases de su primera intervención sirvieron para marcar su particular hoja de ruta en la que empuje rítmico y expresividad se dieron de la mano con flexibilidad y buen gusto. El «Adagio» cedió protagonismo a un lirismo ya confirmado en el tiempo anterior, reservando el virtuosismo más extrovertido y palpable para el «Rondó» conclusivo, acometido con limpieza y claridad y sellando con él una interpretación brillantemente seductora. La Orquesta, que ya había preludiado el concierto con la obertura de «El cazador furtivo» del mismo autor, bien materializada pero a la que faltó un puntito de romántico misterio en ciertos pasajes, acompañó a la intérprete con rigor, haciendo y dejando hacer y en perfecta sintonía con la sonoridad de la solista.

La interpretación de la «Sinfonía nº 38» de Mozart en la segunda parte pudo imprimir los diferentes estados emocionales de su autor con desigual fortuna, pero siempre dentro de unos mínimos más que satisfactorios: la potencia y severidad en la introducción dieron paso a un envolvente «Allegro» muy bien concebido; el «Andante con moto» mantuvo las tensiones implícitas y aunque a partir del tercer movimiento pudo perder un poco de aire, en ningún momento llegó a desinflarse, resultando el «Menuetto» y el «Finale» decididamente irresistibles. Estupenda velada.

Sorprendente Sara Galán

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación