Sonrisas y lágrimas a la española
Cuando conseguimos la tan deseada democracia, renació en España el espíritu de la sonrisa, y con él, la ilusión y la esperanza, al ver que se destruía el muro de la dictadura, y aires nuevos de libertad soplaron por aquella España de los años 70. Los nuevos políticos que se aventuraron en el proceso democratizador, lograron una consensuada Constitución que fue votada, en referéndum, por todo el pueblo español.
Fueron años de sonrisas pues, ya, desde entonces, el sufragio universal garantizaba la libertad de los españoles, eligiendo, estos, a sus representantes, que, poco a poco, fueron superando las viejas y férreas rencillas del pasado, y la alegría y la fiesta, eran los estandartes que predominaban gracias a la gran dama llamada democracia. Se luchó por la unidad familiar, el trabajo en grupo, la obediencia y respeto, la responsabilidad en el trabajo, y el buen comportamiento colectivo. Con ello, las estrictas normas del pasado se fueron superando gracias a la naturalidad y vitalidad del pueblo español iluminado por la recién instaurada democracia, que significó el gran acicate que desterró la férrea disciplina del pueblo español hacia el régimen.
Gracias a la libertad y, como respuesta y logro de ella, la apreciada felicidad se fue extendiendo por todo el territorio nacional. Pero, miren por dónde, los españoles, con el paso del tiempo, poco a poco y sin apenas darse cuenta, fueron invadidos por el totalitarismo que el poderoso y oscuro poder económico indujo en los dirigentes que cayeron, muchos, en el vicio del dinero, y llegó la corrupción. Corrupción que se fue extendiendo como una gran mancha de aceite por todo el territorio nacional. Una gran corrupción que ha provocado que el pueblo español pase de la sonrisa a las lágrimas. Muchos son los lamentos y muchas las penurias que el pueblo está pasando para superar ya, no sólo, la gran crisis económica, sino la gran crisis de corrupción, y, lo más grave, la permitida crisis de los nacionalistas e independentistas que quieren trocear España.
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, en sus mítines van a lo suyo, alejados, ambos, de la realidad nacional, y mirando para otro lado con todos los problemas que nos invaden, importándoles un comino los desagravios que el pueblo está sufriendo y soportando.