Manuel Álvarez Ortega «vuelve» en versos a su Córdoba natal

Era un hombre discreto que huía de los focos. Más de una vez se le reclamó en Córdoba en los últimos años de su vida, pero casi todo el mundo topó con negativas. Si visitó la ciudad, y desde luego no hubiera sido extraño porque la recordaba bien y tenía familia en ella, lo hizo de una forma privada y discreta.

Ayer, Manuel Álvarez Ortega (1923-2014) regresó a Córdoba, y no lo hizo con su cuerpo, que dejó de respirar el pasado 14 de junio, sino en su espíritu y en su obra, convocada por quienes le conocieron y recuerdan. La Casa Góngora acogió ayer la última de las jornadas que los amigos y familiares del escritor han dedicado a su memoria en las última semanas. La mayor parte se han hecho en Madrid, tanto en el cementerio en que está enterrado como en la localidad en la que residía, y en ellas se han recordado con frecuencia sus versos y su trabajo de estudioso y de traductor.

Ayer, en la Casa Góngora estuvieron los poetas Jaime Siles y Marcos Ricardo Barnatán, que trataron durante décadas al autor cordobés, sobre todo desde su llegada a Madrid, y que se han encargado de una buena parte de la agenda de estos días. También estuvo uno de sus sobrinos, Rafael Álvarez del Olmo.

A la cita acudieron las instituciones con el teniente de alcalde de Cultura, Juan Miguel Moreno Calderón, a la cabeza. Al Consistorio corresponde ahora aceptar y gestionar el legado económico y literario del escritor, que tendrá como destino la ciudad según su propio testamento. Incluye una completa biblioteca, además de cuadros y objetos valiosos, entre ellos un coche antiguo testigo de más de una velada literaria.