«El flamenco es una manera de sentir la vida»

Manolo Sanlúcar abre en Córdoba una cita pionera para los músicos y estudiosos del instrumento

LUIS MIRANDA

Y en el otoño de Córdoba, empezó a sonar la guitarra. La ciudad se ha acostumbrado a mirar al instrumento de las seis cuerdas cuando el verano empieza a ser sofocante, en julio, y se enorgullece de que casi todos los que se han acercado al mástil con excelencia han pasado por allí. Ayer otra vez empezó a sonar, pero esta vez de forma extraña. Habrá recitales, pero la guitarra servirá sobre todos estos días para hablar de ella y para hacerlo en el lenguaje más apegado a la tierra, que es el del arte jondo.

Más de 200 personas están inscritas en el Congreso de Guitarra Flamenca de Córdoba, una iniciativa pionera que ayer abrió el maestro Manolo Sanlúcar en una abarrotada sala Orive. El guitarrista, que ultima su retirada de los escenarios, comenzó con un recuerdo para Paco de Lucía y después demostró que sigue pensando en la música y viviendo para ella, porque hizo todo un recorrido por los orígenes del flamenco y por las raíces más profundas de las que brota. Antes, el teniente de alcalde de Cultura, Juan Miguel Moreno Calderón, y el alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto, que mostraron los motivos para celebrar esta cita y su vocación de continuidad en el tiempo.

Manolo Sanlúcar comenzó definiéndose como «un hombre de reflexión». «La guitarra me obliga a conversar con ella permanentemente, y por eso mi palabra es torpe y no fluida», confesó ante el auditorio. El flamenco y sus orígenes fueron el eje central de una conferencia que comenzó recordado cómo el arte jondo «sobrevive por encima de modas y es interés de muchos estudiosos por su naturaleza, tanto para los folkloristas como para los musicólogos». La comprensión del flamenco y de su naturaleza, insistió Manolo Sanlúcar, no se puede hacer si no se va a la historia del pueblo andaluz, que ha habitado una tierra que aunque ha estado permanente ocupada por distintos dominios e invasiones distintas a lo largo de la historia, «espiritualmente nunca se ha dejado someter».

Así, el arte jondo es una expresión del pueblo andaluz, que lo tiene como «una manera de sentir la vida», de la que nace la expresión musical que más tarde ha asombrado al mundo. Y lo ha hecho, recordó, a fuerza de distinguirse y de alejarse de los cánones de la mayor parte de la música occidental.

Esta distinción, explicó, se puede deber a que, desde un punto de vista antropológico, «es el resultado de la situación histórica que ha padecido el pueblo andaluz». Así, los quejíos no serían una expresión retórica, sino también la expresión de algo profundo que late en el corazón del cantaor y del que compuso la letra. De ahí, recordó, el sentido trágico que impregna el flamenco.

Dolor de herida

Así, esta singular música «es el dolor de una herida que se cura cantado», y no se puede explicar sin la historia de un pueblo que ha pasado por muchas vicisitudes, entre ellas la pobreza, y que las ha expresado en su música y en su cultura.

La conferencia inaugural fue propia de alguien que ha estudiado con mucha profundidad su propio trabajo. Así, el guitarrista se remontó hasta Tartessos, el primer pueblo con conciencia de tal que habitó en lo que hoy es Andalucía, y que tuvo un especial contacto y amistad con los griegos, cuna de la civilización occidental.

De aquella época puede venir la costumbre de cantar con melismas, «un giro propio del flamenco, que consiste en aplicar más de una nota a una sola sílaba». Los griegos fueron un pueblo que escribió su música y Manolo Sanlúcar contó cómo Pitágoras estuvo entre los primeros que desarrolló un sistema de notación para interpretar la música. En esos escritos, y en algunos posteriores, ya hay algunos conjuntos de notas que coinciden con el flamenco.

Así, está algo que coincide con «lo que se llama en todo el mundo cadencia andaluza, lo que hace cualquier músico con formación seria cuando le piden que haga cadencia andaluza». Así, en Grecia y en Tartessos, que pese a su distancia física mantuvieron muchos lazos comerciales y culturales está una parte del origen del flamenco, después conservado. «Hace 2.600 años», recordó.

Sanlúcar se detuvo además en muchos detalles singulares, como el hecho de que muchas veces la música preexista a la letra. «En la música occidental una canción cuenta una historia y ahí se acaba, pero en el flamenco hay muchas letras para una sola música», dijo mientras hizo acopio de muchas letras del arte jondo, tan breves y sencillas como cargadas de profundidad y poesía popular.

«El flamenco es una manera de sentir la vida»

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